lunes, 20 de noviembre de 2017

LA MEMORIA EMPEDRADA


Al fin descansaría en paz su alma atormentada por el recuerdo de quien tanto odió… y amó.
Fue testigo como la enfermedad la consumía en esta tortuosa existencia día a día, sintió finalmente su sufrimiento concluir cuando ella perdió la consciencia…Los días continuaron como copos de nieve mecidos por la fría brisa que va cubriendo paulatinamente las pequeñas y perdidas huellas femeninas las que se encaminaban al sepulcro junto al océano.
Cierta noche en que soñaba con ese rostro pálido, ese entrañable gesto y la tibieza de esa voz, despertó de improviso y se encontró envuelto entre gélidos brazos...Seis meses de delirio en soledad, escuchando susurrar su propio nombre en cada soplo de aire,en cada ola de mar.
El corazón parecía latirle con más vida, ahora que se sumergía en las eternas pupilas enamoradas, el ansiado beso pútrido lo arrastró ventanal abajo, rumbo al acantilado.
Claro, él primero la amó, al desposarla, y ya saberse rico y luego la odió por sentirse atado de por vida a esa mujer. Ella siempre lo recordaría desde el momento en que puso veneno en su comida y la dejó marchitarse, invisible al dolor que la retorcía por las noches, sordo a los gritos de auxilio. En ese preciso momento, ella le esbozó una sonrisa vacía y aterradora, dándole a entender que venía a buscarlo directo del paraíso, pero era un paraíso diferente al anhelado, allí no aguardaban vírgenes sino furibundas almas víctimas de la inmolación, ávidas de perpetua venganza.

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