viernes, 31 de agosto de 2018

MALEVOLYUM

(Este relato es un amigo muy querido, al cual no le fue posible compartirlo por otra red social)



Llegaba yo a Catemu, cruzando en mi motocicleta el largo puente sobre el río Maipo, recordando los peregrinajes nocturnos de muchos años atrás de los pueblerinos que decían que en la rivera del río se aparecía la Santa Virgen. Casi llegando al final del puente mi vista se concentró en un agitado árbol del que cayó un quejumbroso hombre, inmediatamente cambié de dirección y bajé al lecho del Maipo en donde encontré a un adolorido tipo chapoteando en el barro con una cuerda atada al cuello.
- ¡Pero qué pasa, hombre! ¡¿Qué se supone que estás haciendo?! - Le increpé al desconocido, un flaco de alrededor de 50 y tantos años a quien le extendí la mano para ayudarlo a salir del barro. El hombre se levantó, me abrazó y comenzó a llorar a gritos. Le quité la soga del cuello y traté de calmarlo. Entre sollozos de él y mi completo mutismo nos sentamos a la sombra del mismo árbol. El sol del verano quema incluso a las once de la mañana en el valle central, el viento hace silbar a los árboles y la brisa trae el frescor de las aguas del Maipo; ante tan bucólica postal le pregunté, cuando ya estaba más calmo el individuo, que lo motivó a tan drástica decisión, él clavó sus ojos grises en mí, se sonó con la manga de la sucia camisa y esto es, palabra por palabra, lo que me contó.

"Me llamo Rubén Espinoza, pero todos me conocen por El Gran Rubensini, a lo mejor usted ha escuchado de mí, porque soy brujo y alguna vez mi anuncio aparecía en el diario, en esas páginas donde se anuncian las putas, es que era lo más barato... la verdad no creo que me conozca, al final que nadie me conoce.
Yo soy oriundo de Salamanca, pero allá todos son brujos, así que mejor me fui a la capital a probar suerte. Allá fue que publiqué mi anuncio ¡Pero hay tanta competencia y la vida es tan cara! Con suerte atendía a viejas que lloraban pa que sus esposos volvieran a la casa, que querían amarres de amor y esas tonteras, pero como nunca me resultaban bien los hechizos de amor cada vez escaseaba más la clientela. Pero una vez si resultó un amarre y la iñora que me lo encargó me dejó venirme a vivir en una casita suya en este pueblo de mierda, y como era gratis me vine, poh.
La cuestión es que acá la gente es muy beata y casi no se atreven a contactar a un brujo, de hecho casi me echaron cuando dije a qué me dedicaba, aunque les expliqué que hago pura magia blanca. Así y todo llegaban puras cabras chicas pidiendo elixires de amor, pero ya le dije que esa payasada a mi no me sale bien. Pucha, la pega iba mal y hay que comer...
Un amigo brujo de allá de Salamanca me dijo que mejor me invocara un demonio así como pa los mandados; él me contó que se había pedido uno que le concedió tres deseos y por eso ahora vive a la pinta, con una buena mujer y con la media casa allá en mi pueblo. Yo me entusiasmé, pero le pregunté si eso no era malo, si no me iba a ir pal infierno después, pero me dijo que no pasaba ná, si ni siquiera había que entregar el alma, que sólo es un truco de brujos en que los demonios quedan presos por un rato y están obligados a cumplirle a uno. La cosa es que me enseño el hechizo de invocación y así lo hice.
El año pasado, en la noche de San Juan, que no sé si se acuerda que llovía a chuzos, hice lo que mi amigo me dijo, no le voy a decir los detalles pa que usted no lo vaya hacer, aunque usted no es brujo, pero igual. Bueno, hice lo que tenía que hacer y no me va a creer que altiro tocaron la puerta, yo abro y me encuentro un pergenio chico pilucho todo mojado que tiritaba de frío que me dijo: "Tú pediste, tú obtuviste". Yo lo entré padentro, se veía bien normalito, como un cabro chico de 10 o 12 años; dijo que se llamaba Alcocer y que estaba a mi disposición, que pidiera con sabiduría. Yo le serví un mate caliente y le pasé de mi ropa pa que se abrigara mientras pensaba. Obviamente lo primero que pedí fue plata. "Espera y verás" me dijo el demonio chico y yo me largué a reír y me dormí
Cuando desperté pensé que a lo mejor había soñado todo yo, pero Alcocer estaba sentado en los pies de mi cama y me dijo: "Hecho". Vamos a ver, dije yo y salí pal centro del pueblo a revisar el Kino que había jugado el otro día ¿Me va a creer que me lo había ganado yo solito? ¡57 millones de pesos! Partí soplado a Santiago a cobrar el manso premio, pero cuando iba en el bus me llama mi hermano Fabián pa decirme que mi mamita se había muerto... Al final la plata sirvió pa darle un buen entierro a mi viejita, pa pagar unas deudas de mi hermano y pa arreglarles la casa que estaba bien pal gato. Volví como con doce millones a Catemu.
Al llegar a la casa se me ocurrió pedirle al demonio que resucitara a mi mamita, pero me explicó que esas cosas no se podían hacer, pro que si yo quería me mataba a alguien, pero ¿a quién voy a querer matar yo?
Pasaron los días y yo pensaba en qué más podía pedir. Llegó la primavera y yo veía a los cabros pololeando que pasaban de la mano y se besuqueaban en la plaza y se me iluminó la ampolleta; fui y le dije a Alcocer que quería encontrar al amor de mi vida. "Hecho" dijo el pergenio y escuché un bocinazo en la calle, me asomo a la reja y era una mujer en un auto que andaba perdida. ¡Fue amor a primera vista, oiga! ¡Sarita se llamaba! Gordita de ojos chinchosos, coloradita y buena pa reirse, nos pusimos a conversar ahí mismo y como pasaba la hora la invité a almorzar; me contó que era de Los Andes y que nunca había pasado por Catemu, que era viuda sin hijos y que estaba saliendo de una depresión y que había venido pacá por un negocio y que no resultó. Conversando y conversando se nos hizo de noche "No me quiero ir pa mi casa" me dijo ella y me chantó el manso beso, nos fuimos pa la mía y yo pensando en cómo le explicaba quien era el chiquillo que tenía conmigo, pero cuando llegamos Alcocer no estaba. Nos fuimos pa mi pieza y empezamos a hacer el amor, estábamos de lo mejor cuando la Sarita grita "¡Fuego!" ¡Se me estaba quemando la casa! Apenas alcanzamos a ponernos ropa y salir y la casa que se cae entre las llamas. Quedé con lo puesto.
Sarita me dijo que me iba ayudar, pero que tenía que hacer unos trámites en Los Andes y en Santiago, me ofreció que me fuera con ella, pero no quise, le dije que iba a ver que hacer y que la esperaba cuando se desocupara; me dio un beso y partió. Apenas se fue apareció el pergenio detrás de un árbol medio apesadumbrado, se veía re cómico con mi ropa que le quedaba grande, pero que me iba a reír si me quedé sin casa. ¿Qué pasó? le pregunté a ver si sabía algo, me dijo que estaba medio preocupado, como que algo le latía mal, me preguntó si quería otra casa, le dije que no, que quería guardar mi último deseo. Al final que me compré una casa chiquitita por 8 millones y ya casi no me estaba quedando plata.
Sarita volvió y el cabro chico se perdió de nuevo. Hablamos del futuro, de que podíamos vivir juntos, ella me dijo que feliz, pero que tenía que arreglar cosas, vender su casa, dejar su negocio en orden y se venía conmigo a fin de año ¡Yo estaba más feliz que la cresta! Sarita venía todos los fines de semana y lo pasábamos chanco, pero de un día pal otro se empezó a poner mal. Fue a ver médico y le encontraron cáncer terminal al útero. Apenas supe salí a buscar a Alcocer por ahí y apareció detrás de unas zarzamoras. Le pedí, como último deseo que me sanara a mi Sarita, lo vi como nervioso y le pregunté qué pasaba "Tengo miedo de cumplirte" yo lo quedé mirando no más "Soy un demonio menor, no manejo cohortes ni nada, estoy en vías de ascender; se puede tomar esto como un aprendizaje para mí, pero me he dado cuenta que tengo un problema que a algunos demonios nos pasa y se llama Malevolyum y resulta que por cada deseo se agrega una catástrofe..." Yo no sabía que decirle, pero me daba lo mismo, si lo que quería era que mi Sarita se sanara, si se me quemaba de nuevo la casa me importaba un pepino ¡Yo quería a mi Sarita bien y conmigo! Insistí y el volvió a decir "Hecho".
Al otro día salgo a regar las plantas del jardín y llega el auto de la Sarita, ella se baja corriendo y me dice que pasó un milagro, que ya no tenía cáncer, que estaba sanita... ¡Puta, la alegría pa grande, oiga! Pero no duró mucho, llegó justo Carabineros a buscarme, mi hermano hizo una estafa con mi nombre ¡Estaba endeudado hasta las recachas! No me fui preso, pero en el juicio igual se me hizo responsable y me quedé sin plata y pa peor la vieja que me había pasado la casa que se quemó se enteró del incendio y me la cobró, mi Sarita me dijo que me pasaba plata, pero yo no quise, además que ya estábamos a punto de empezar a vivir juntos, ya todo iba a estar bien. Partió ella pa traerse todas sus cosas en un camión, eso fue un lunes, el viernes llegaba con camas y petacas.
Alcocer apareció bien demacrado "¿Ves lo que sucede? Cada deseo tuyo atrae males" Yo le pregunté si me podía dar un último deseo como compensación por los tres que trajeron cola, él lo pensó un rato y se sonrió "Siendo un deseo fuera del canon no debería producirse Malevolyum ¡Pide, pues!" Ni tonto le pedí altiro que me sacara las deudas, que nunca más me llegaran deudas y que no volviera a tener problemas económicos. Esa misma tarde me llegó una carta del juzgado diciendo que se había arreglado el entuerto y que incluso me iban a devolver la plata, al otro día me llaman por teléfono de Salamanca pa decirme que un tío que no veía en año se había muerto y que me tocaban unos animales; con eso animales se hacía la plata pa pagarle la casa a esta otra señora ¡Todo bien!
Alcocer se despidió de mi feliz y en un parpadeo desapareció de mi vista.
El viernes estaba yo esperando a mi Sarita... No llegó. En las noticias contaban de un tremendo accidente de un camión con un Tur Bus que chocaron cerca de Los Andes, sólo una fallecida... Mi Sarita murió decapitada en la cabina del camión... ¡El mundo se me vino abajo! Yo quería puro morirme. Me dejé caer en el piso de mi casa llorando y escuché detrás mío una voz que conocía "¡Perdón, perdóname, por favor!" Me di vuelta y quise ahorcar al enano maldito, pero él me contuvo y mientras desaparecía me dijo: "Este don que te doy me cuesta mi existencia. No pude satisfacerte bien, pero entrego mi vida por la tuya. Vivirás eternamente y espero que puedas rehacer tu vida. Yo ya no seré más ni en este plano ni en ningún otro. Me despido para siempre". De primera no entendí que fue lo que me dijo, pero yo no quería vivir ¿Para qué? Sin Sarita me siento vacío... Me traté de cortar las venas, o sea, lo hice, pero solitas las carnes se juntaban ¡Mire, tengo la cicatrices de las cuatro veces que lo hice! Ahí me di cuenta que el demonio ese me regaló su vida, pero pa mi esa es una maldición, porque al menos muerto me juntaría con mi amada Sarita. ¡He intentado todo! Desde tirarme al río hasta acostarme en la calle cuando pasan los buses, pero nada, apenas machucado, ni siquiera fracturado ¡Nada resulta! Ahora trataba de ahorcarme y la rama del árbol se vino guarda abajo... ¡Pero a lo mejor con usted la cosa cambia! ¡Mire, aquí ando con el cuchillo! ¿Porqué no me corta el cuello a ver si así me muero?"


Yo agarré mi moto y subí a la carretera mientras aquel hombre me gritaba que volviera a ayudarle. Finalmente me devolví a Santiago, mi cometido estaba cumplido; la revista en la que trabajo me había encargado visitar a un famoso brujo de Catemu que decía que había hecho un pacto con el diablo y que había enloquecido cuando su mujer lo abandonó por otro brujo, pero ésta historia es mil veces mejor ¿O no?.