(Este
relato es un amigo muy querido, al cual no le fue posible compartirlo por otra
red social)
Llegaba
yo a Catemu, cruzando en mi motocicleta el largo puente sobre el río Maipo,
recordando los peregrinajes nocturnos de muchos años atrás de los pueblerinos
que decían que en la rivera del río se aparecía la Santa Virgen. Casi llegando
al final del puente mi vista se concentró en un agitado árbol del que cayó un
quejumbroso hombre, inmediatamente cambié de dirección y bajé al lecho del
Maipo en donde encontré a un adolorido tipo chapoteando en el barro con una
cuerda atada al cuello.
-
¡Pero qué pasa, hombre! ¡¿Qué se supone que estás haciendo?! - Le increpé al
desconocido, un flaco de alrededor de 50 y tantos años a quien le extendí la
mano para ayudarlo a salir del barro. El hombre se levantó, me abrazó y comenzó
a llorar a gritos. Le quité la soga del cuello y traté de calmarlo. Entre
sollozos de él y mi completo mutismo nos sentamos a la sombra del mismo árbol.
El sol del verano quema incluso a las once de la mañana en el valle central, el
viento hace silbar a los árboles y la brisa trae el frescor de las aguas del
Maipo; ante tan bucólica postal le pregunté, cuando ya estaba más calmo el
individuo, que lo motivó a tan drástica decisión, él clavó sus ojos grises en
mí, se sonó con la manga de la sucia camisa y esto es, palabra por palabra, lo
que me contó.
"Me
llamo Rubén Espinoza, pero todos me conocen por El Gran Rubensini, a lo mejor
usted ha escuchado de mí, porque soy brujo y alguna vez mi anuncio aparecía en
el diario, en esas páginas donde se anuncian las putas, es que era lo más barato...
la verdad no creo que me conozca, al final que nadie me conoce.
Yo
soy oriundo de Salamanca, pero allá todos son brujos, así que mejor me fui a la
capital a probar suerte. Allá fue que publiqué mi anuncio ¡Pero hay tanta
competencia y la vida es tan cara! Con suerte atendía a viejas que lloraban pa
que sus esposos volvieran a la casa, que querían amarres de amor y esas
tonteras, pero como nunca me resultaban bien los hechizos de amor cada vez
escaseaba más la clientela. Pero una vez si resultó un amarre y la iñora que me
lo encargó me dejó venirme a vivir en una casita suya en este pueblo de mierda,
y como era gratis me vine, poh.
La
cuestión es que acá la gente es muy beata y casi no se atreven a contactar a un
brujo, de hecho casi me echaron cuando dije a qué me dedicaba, aunque les
expliqué que hago pura magia blanca. Así y todo llegaban puras cabras chicas
pidiendo elixires de amor, pero ya le dije que esa payasada a mi no me sale
bien. Pucha, la pega iba mal y hay que comer...
Un
amigo brujo de allá de Salamanca me dijo que mejor me invocara un demonio así
como pa los mandados; él me contó que se había pedido uno que le concedió tres
deseos y por eso ahora vive a la pinta, con una buena mujer y con la media casa
allá en mi pueblo. Yo me entusiasmé, pero le pregunté si eso no era malo, si no
me iba a ir pal infierno después, pero me dijo que no pasaba ná, si ni siquiera
había que entregar el alma, que sólo es un truco de brujos en que los demonios
quedan presos por un rato y están obligados a cumplirle a uno. La cosa es que
me enseño el hechizo de invocación y así lo hice.
El
año pasado, en la noche de San Juan, que no sé si se acuerda que llovía a
chuzos, hice lo que mi amigo me dijo, no le voy a decir los detalles pa que
usted no lo vaya hacer, aunque usted no es brujo, pero igual. Bueno, hice lo
que tenía que hacer y no me va a creer que altiro tocaron la puerta, yo abro y
me encuentro un pergenio chico pilucho todo mojado que tiritaba de frío que me
dijo: "Tú pediste, tú obtuviste". Yo lo entré padentro, se veía bien
normalito, como un cabro chico de 10 o 12 años; dijo que se llamaba Alcocer y
que estaba a mi disposición, que pidiera con sabiduría. Yo le serví un mate caliente
y le pasé de mi ropa pa que se abrigara mientras pensaba. Obviamente lo primero
que pedí fue plata. "Espera y verás" me dijo el demonio chico y yo me
largué a reír y me dormí
Cuando
desperté pensé que a lo mejor había soñado todo yo, pero Alcocer estaba sentado
en los pies de mi cama y me dijo: "Hecho". Vamos a ver, dije yo y salí
pal centro del pueblo a revisar el Kino que había jugado el otro día ¿Me va a
creer que me lo había ganado yo solito? ¡57 millones de pesos! Partí soplado a
Santiago a cobrar el manso premio, pero cuando iba en el bus me llama mi
hermano Fabián pa decirme que mi mamita se había muerto... Al final la plata
sirvió pa darle un buen entierro a mi viejita, pa pagar unas deudas de mi
hermano y pa arreglarles la casa que estaba bien pal gato. Volví como con doce
millones a Catemu.
Al
llegar a la casa se me ocurrió pedirle al demonio que resucitara a mi mamita,
pero me explicó que esas cosas no se podían hacer, pro que si yo quería me
mataba a alguien, pero ¿a quién voy a querer matar yo?
Pasaron
los días y yo pensaba en qué más podía pedir. Llegó la primavera y yo veía a
los cabros pololeando que pasaban de la mano y se besuqueaban en la plaza y se
me iluminó la ampolleta; fui y le dije a Alcocer que quería encontrar al amor
de mi vida. "Hecho" dijo el pergenio y escuché un bocinazo en la
calle, me asomo a la reja y era una mujer en un auto que andaba perdida. ¡Fue
amor a primera vista, oiga! ¡Sarita se llamaba! Gordita de ojos chinchosos,
coloradita y buena pa reirse, nos pusimos a conversar ahí mismo y como pasaba
la hora la invité a almorzar; me contó que era de Los Andes y que nunca había
pasado por Catemu, que era viuda sin hijos y que estaba saliendo de una
depresión y que había venido pacá por un negocio y que no resultó. Conversando
y conversando se nos hizo de noche "No me quiero ir pa mi casa" me
dijo ella y me chantó el manso beso, nos fuimos pa la mía y yo pensando en cómo
le explicaba quien era el chiquillo que tenía conmigo, pero cuando llegamos
Alcocer no estaba. Nos fuimos pa mi pieza y empezamos a hacer el amor,
estábamos de lo mejor cuando la Sarita grita "¡Fuego!" ¡Se me estaba
quemando la casa! Apenas alcanzamos a ponernos ropa y salir y la casa que se
cae entre las llamas. Quedé con lo puesto.
Sarita
me dijo que me iba ayudar, pero que tenía que hacer unos trámites en Los Andes
y en Santiago, me ofreció que me fuera con ella, pero no quise, le dije que iba
a ver que hacer y que la esperaba cuando se desocupara; me dio un beso y
partió. Apenas se fue apareció el pergenio detrás de un árbol medio
apesadumbrado, se veía re cómico con mi ropa que le quedaba grande, pero que me
iba a reír si me quedé sin casa. ¿Qué pasó? le pregunté a ver si sabía algo, me
dijo que estaba medio preocupado, como que algo le latía mal, me preguntó si
quería otra casa, le dije que no, que quería guardar mi último deseo. Al final
que me compré una casa chiquitita por 8 millones y ya casi no me estaba
quedando plata.
Sarita
volvió y el cabro chico se perdió de nuevo. Hablamos del futuro, de que
podíamos vivir juntos, ella me dijo que feliz, pero que tenía que arreglar
cosas, vender su casa, dejar su negocio en orden y se venía conmigo a fin de
año ¡Yo estaba más feliz que la cresta! Sarita venía todos los fines de semana
y lo pasábamos chanco, pero de un día pal otro se empezó a poner mal. Fue a ver
médico y le encontraron cáncer terminal al útero. Apenas supe salí a buscar a
Alcocer por ahí y apareció detrás de unas zarzamoras. Le pedí, como último
deseo que me sanara a mi Sarita, lo vi como nervioso y le pregunté qué pasaba
"Tengo miedo de cumplirte" yo lo quedé mirando no más "Soy un
demonio menor, no manejo cohortes ni nada, estoy en vías de ascender; se puede
tomar esto como un aprendizaje para mí, pero me he dado cuenta que tengo un
problema que a algunos demonios nos pasa y se llama Malevolyum y resulta que
por cada deseo se agrega una catástrofe..." Yo no sabía que decirle, pero
me daba lo mismo, si lo que quería era que mi Sarita se sanara, si se me
quemaba de nuevo la casa me importaba un pepino ¡Yo quería a mi Sarita bien y
conmigo! Insistí y el volvió a decir "Hecho".
Al
otro día salgo a regar las plantas del jardín y llega el auto de la Sarita,
ella se baja corriendo y me dice que pasó un milagro, que ya no tenía cáncer,
que estaba sanita... ¡Puta, la alegría pa grande, oiga! Pero no duró mucho,
llegó justo Carabineros a buscarme, mi hermano hizo una estafa con mi nombre
¡Estaba endeudado hasta las recachas! No me fui preso, pero en el juicio igual
se me hizo responsable y me quedé sin plata y pa peor la vieja que me había
pasado la casa que se quemó se enteró del incendio y me la cobró, mi Sarita me
dijo que me pasaba plata, pero yo no quise, además que ya estábamos a punto de
empezar a vivir juntos, ya todo iba a estar bien. Partió ella pa traerse todas
sus cosas en un camión, eso fue un lunes, el viernes llegaba con camas y
petacas.
Alcocer
apareció bien demacrado "¿Ves lo que sucede? Cada deseo tuyo atrae
males" Yo le pregunté si me podía dar un último deseo como compensación
por los tres que trajeron cola, él lo pensó un rato y se sonrió "Siendo un
deseo fuera del canon no debería producirse Malevolyum ¡Pide, pues!" Ni
tonto le pedí altiro que me sacara las deudas, que nunca más me llegaran deudas
y que no volviera a tener problemas económicos. Esa misma tarde me llegó una
carta del juzgado diciendo que se había arreglado el entuerto y que incluso me
iban a devolver la plata, al otro día me llaman por teléfono de Salamanca pa
decirme que un tío que no veía en año se había muerto y que me tocaban unos
animales; con eso animales se hacía la plata pa pagarle la casa a esta otra
señora ¡Todo bien!
Alcocer
se despidió de mi feliz y en un parpadeo desapareció de mi vista.
El
viernes estaba yo esperando a mi Sarita... No llegó. En las noticias contaban
de un tremendo accidente de un camión con un Tur Bus que chocaron cerca de Los
Andes, sólo una fallecida... Mi Sarita murió decapitada en la cabina del
camión... ¡El mundo se me vino abajo! Yo quería puro morirme. Me dejé caer en
el piso de mi casa llorando y escuché detrás mío una voz que conocía
"¡Perdón, perdóname, por favor!" Me di vuelta y quise ahorcar al
enano maldito, pero él me contuvo y mientras desaparecía me dijo: "Este
don que te doy me cuesta mi existencia. No pude satisfacerte bien, pero entrego
mi vida por la tuya. Vivirás eternamente y espero que puedas rehacer tu vida.
Yo ya no seré más ni en este plano ni en ningún otro. Me despido para
siempre". De primera no entendí que fue lo que me dijo, pero yo no quería
vivir ¿Para qué? Sin Sarita me siento vacío... Me traté de cortar las venas, o
sea, lo hice, pero solitas las carnes se juntaban ¡Mire, tengo la cicatrices de
las cuatro veces que lo hice! Ahí me di cuenta que el demonio ese me regaló su
vida, pero pa mi esa es una maldición, porque al menos muerto me juntaría con
mi amada Sarita. ¡He intentado todo! Desde tirarme al río hasta acostarme en la
calle cuando pasan los buses, pero nada, apenas machucado, ni siquiera
fracturado ¡Nada resulta! Ahora trataba de ahorcarme y la rama del árbol se
vino guarda abajo... ¡Pero a lo mejor con usted la cosa cambia! ¡Mire, aquí
ando con el cuchillo! ¿Porqué no me corta el cuello a ver si así me
muero?"
Yo agarré mi moto y subí
a la carretera mientras aquel hombre me gritaba que volviera a ayudarle.
Finalmente me devolví a Santiago, mi cometido estaba cumplido; la revista en la
que trabajo me había encargado visitar a un famoso brujo de Catemu que decía
que había hecho un pacto con el diablo y que había enloquecido cuando su mujer
lo abandonó por otro brujo, pero ésta historia es mil veces mejor ¿O no?.
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