miércoles, 13 de septiembre de 2017

EL FANTASMA DEL GRITO


Despertó como todos los días, cansado y lleno de odio reflejado en sus ojos casi ciegos, olvidado y olvidando al mundo por casi eones; Y entonces, como cada mañana se refugiaba en su pequeño escondite de super novas. Sólo que aquella mañana le parecieron lo que siempre debieran haberle parecido: esperanzas suicidas en un universo indiferente.
Siempre se prometía ver el último atardecer y morir con él, en ese azul-rosa silencio; Pero un latido sólido muchas veces lo precipitaba hacia la calma y ahí estaba otra vez, con su aire viciado de pasados inverosímiles.
...Y de pronto una pequeña luz parpadeo creando sombras sin sentido, mientras su reflejo se estiraba y desaparecía como en ondas sonoras.
La electricidad se le convirtió en melancolía y la melancolía en realidad. Seguía dormido y no sintió en que momento fue golpeado por la ciudad, y su rostro era de alguien que atravesaba la razón en un breve lapso y que necesariamente ahora era otro; Y el cuerpo que habitaba le peso como nubes de terciopelo, la sangre amnésica se le desborda como rosas entre los dedos y toda su órbita indefinible se disuelve sobre un pálido puñado de curiosos.
No supo con certeza, ¿cuánto?, pero el tiempo se detuvo justo cuando la luna brotaba como un hongo radioactivo, y comenzó a perderse en un bosque espeso sobre un futuro incierto y desierto, y elegir ya no era una opción, porque a pesar que la noche le ofrecía sueños, él ya no quiso dormir.

EL TESORO DE LA LARGA NOCHE


El veneno dulce no paralizó mis sentidos, los latidos grises se adueñaron de mis movimientos y estas partículas de arena se mezclaron en una composición mecánica que minutos antes fuera llamada “existencia”…Allí, horas después quise recibir el albor de un hermoso amanecer. Pero imposible, las medias tintas en las que se absorbía esta piel deshecha por tus placeres insatisfechos, la misma piel desengañándose en una mente inerte, sin palabras, que se perdía entre   estos lánguidos trances entre dos aguas que corrían mejillas abajo, entre las penumbras de estas escasas paredes con tenues luces que me suspiraron parpadeantes en la eterna distancia.
En el techo desnudo se proyectó la desesperación de mis ojos, impávido, quisiste interpretarla pero eso te condujo al extremo, te sacudió derribo toda esperanza, cuando ya siquiera de mi garganta podía desembocar un hilo de voz.
…Andaba despistada por la orilla, deambulando como insomne, expulsando delirios a borbotones por todos los recovecos del alma, ahogándome  precipitadamente en las emociones que no exigen ser contadas. Y así, en ciertas ocasiones de manera insegura regresé sobre mis pasos, huellas casi imperceptibles para cualquiera, menos para ti.
Así, me encontraste, derrotada, mientras tratabas de escudriñarme, constatando que la distancia esta vez, no te engañaría; Como en todas esas distintas noches de soledad.
Cuando las olas me descubrieron, te incorporaste expectante, cerraste los puños y con éstos me golpeaste los brazos y piernas, a modo que la frialdad marmórea  de mis carnes, no te resultará tan inoportuna.
Hubo instantes que parecieron congelarse y sacudiste la cabeza, esperando que alguien me reclamará, pero nadie lo hizo, y ésa, fue mi ausencia; La que te obligó a desfilar hacia la violenta luz color plata que se balanceaba en la delgada línea del horizonte. Las primeras zancadas, extrañamente fueron las mías, y no supiste si acompañarme o salvarme del canto triste de las sirenas.
Por un momento creíste que nos habían divisado y venían a ayudarme, al tiempo, temblamos los dos pero por diferentes motivos. Si preguntan por mí, miente, diles que tu deber era comprender mi marcha, y la falta de mí, siempre te devolverá a este lugar, donde mi último halo de oxigeno se extravió entre tus dedos.
Después vendrás, a escondidas, como los otros, a llorarme o darme gracias. Pero ten cuidado, nadie debe saber que te empujó hasta aquí aquella madrugada, ¿verdad? Cada uno cae, se tira o…le lanzan al mar por distintos motivos.
Aquí sigues sufriéndome, en este lugar que tanto te quito, a la vez que te lo daba.

EN VENTA



Todo comenzó ese día en el que con los pies enterrados en sal, los vio acercarse desde el horizonte, como una fotografía extraña y desenfocada.
El sudor corría como perlas negras sobre su piel, y a pesar de eso siguió parada ahí, observando esa invasión lenta que hace algunos minutos ya comenzaba a oscurecerla.
El agua ya le llegaba a la cintura, pero ella, inmutable, no se movió. De repente, alguien con ojos amenazantes y entre todas esas sombras que pululaban a su alrededor le dijo en un susurro: "Hay un secreto escondido bajo tu piel" Abrió los ojos y se encontró parada frente a ese espejo hondo y gastado, se vió a si misma y algo en sus cimientos la hizo estremecerse removiendo todo en ella. Corrió las cortinas y sin piedad dejó que la luz entrará a su refugio, donde habitaba desnuda de alma.
Seguía escuchando la frase en susurros, con la misma sinfonía, el mismo ritmo, como si todo fuera el deseo de una misma voz y un sólo corazón.

Su mirada ausente chocaba contra las fotografías abstractas que colgaban de las paredes, el vacío había tocado su rostro y en nuevo susurro le vino: "La muerte nos está mirando ahora, ésas son las buenas noticias..." Y ahí comprendió que las partes de su cuerpo habían sido creadas a partir de lo que las sombras del rincón amaban, y que era hora de devolverlas. Así sus reflejos se perdieron dentro del espejo y así se convirtió en una más en su habitación...En plena noche que no era de lobos pero sí, de lamentos, donde el viento soplaba tan fuerte que mecía en un horrible chirrido aquel cartel que colgaba de una cadena oxidada, fuera de la casona de la esquina que nadie quiso comprar en años y finalmente se caía a pedazos...