El veneno dulce no paralizó mis
sentidos, los latidos grises se adueñaron de mis movimientos y estas partículas
de arena se mezclaron en una composición mecánica que minutos antes fuera
llamada “existencia”…Allí, horas después quise recibir el albor de un hermoso
amanecer. Pero imposible, las medias tintas en las que se absorbía esta piel
deshecha por tus placeres insatisfechos, la misma piel desengañándose en una
mente inerte, sin palabras, que se perdía entre estos lánguidos trances entre dos aguas que
corrían mejillas abajo, entre las penumbras de estas escasas paredes con tenues
luces que me suspiraron parpadeantes en la eterna distancia.
En el techo desnudo se proyectó la
desesperación de mis ojos, impávido, quisiste interpretarla pero eso te condujo
al extremo, te sacudió derribo toda esperanza, cuando ya siquiera de mi
garganta podía desembocar un hilo de voz.
…Andaba despistada por la orilla,
deambulando como insomne, expulsando delirios a borbotones por todos los
recovecos del alma, ahogándome precipitadamente
en las emociones que no exigen ser contadas. Y así, en ciertas ocasiones de
manera insegura regresé sobre mis pasos, huellas casi imperceptibles para
cualquiera, menos para ti.
Así, me encontraste, derrotada,
mientras tratabas de escudriñarme, constatando que la distancia esta vez, no te
engañaría; Como en todas esas distintas noches de soledad.
Cuando las olas me descubrieron, te
incorporaste expectante, cerraste los puños y con éstos me golpeaste los brazos
y piernas, a modo que la frialdad marmórea
de mis carnes, no te resultará tan inoportuna.
Hubo instantes que parecieron
congelarse y sacudiste la cabeza, esperando que alguien me reclamará, pero
nadie lo hizo, y ésa, fue mi ausencia; La que te obligó a desfilar hacia la
violenta luz color plata que se balanceaba en la delgada línea del horizonte.
Las primeras zancadas, extrañamente fueron las mías, y no supiste si
acompañarme o salvarme del canto triste de las sirenas.
Por un momento creíste que nos habían
divisado y venían a ayudarme, al tiempo, temblamos los dos pero por diferentes
motivos. Si preguntan por mí, miente, diles que tu deber era comprender mi
marcha, y la falta de mí, siempre te devolverá a este lugar, donde mi último
halo de oxigeno se extravió entre tus dedos.
Después vendrás, a escondidas, como los
otros, a llorarme o darme gracias. Pero ten cuidado, nadie debe saber que te
empujó hasta aquí aquella madrugada, ¿verdad? Cada uno cae, se tira o…le lanzan
al mar por distintos motivos.
Aquí sigues sufriéndome, en este lugar que
tanto te quito, a la vez que te lo daba.
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