miércoles, 13 de septiembre de 2017

EL TESORO DE LA LARGA NOCHE


El veneno dulce no paralizó mis sentidos, los latidos grises se adueñaron de mis movimientos y estas partículas de arena se mezclaron en una composición mecánica que minutos antes fuera llamada “existencia”…Allí, horas después quise recibir el albor de un hermoso amanecer. Pero imposible, las medias tintas en las que se absorbía esta piel deshecha por tus placeres insatisfechos, la misma piel desengañándose en una mente inerte, sin palabras, que se perdía entre   estos lánguidos trances entre dos aguas que corrían mejillas abajo, entre las penumbras de estas escasas paredes con tenues luces que me suspiraron parpadeantes en la eterna distancia.
En el techo desnudo se proyectó la desesperación de mis ojos, impávido, quisiste interpretarla pero eso te condujo al extremo, te sacudió derribo toda esperanza, cuando ya siquiera de mi garganta podía desembocar un hilo de voz.
…Andaba despistada por la orilla, deambulando como insomne, expulsando delirios a borbotones por todos los recovecos del alma, ahogándome  precipitadamente en las emociones que no exigen ser contadas. Y así, en ciertas ocasiones de manera insegura regresé sobre mis pasos, huellas casi imperceptibles para cualquiera, menos para ti.
Así, me encontraste, derrotada, mientras tratabas de escudriñarme, constatando que la distancia esta vez, no te engañaría; Como en todas esas distintas noches de soledad.
Cuando las olas me descubrieron, te incorporaste expectante, cerraste los puños y con éstos me golpeaste los brazos y piernas, a modo que la frialdad marmórea  de mis carnes, no te resultará tan inoportuna.
Hubo instantes que parecieron congelarse y sacudiste la cabeza, esperando que alguien me reclamará, pero nadie lo hizo, y ésa, fue mi ausencia; La que te obligó a desfilar hacia la violenta luz color plata que se balanceaba en la delgada línea del horizonte. Las primeras zancadas, extrañamente fueron las mías, y no supiste si acompañarme o salvarme del canto triste de las sirenas.
Por un momento creíste que nos habían divisado y venían a ayudarme, al tiempo, temblamos los dos pero por diferentes motivos. Si preguntan por mí, miente, diles que tu deber era comprender mi marcha, y la falta de mí, siempre te devolverá a este lugar, donde mi último halo de oxigeno se extravió entre tus dedos.
Después vendrás, a escondidas, como los otros, a llorarme o darme gracias. Pero ten cuidado, nadie debe saber que te empujó hasta aquí aquella madrugada, ¿verdad? Cada uno cae, se tira o…le lanzan al mar por distintos motivos.
Aquí sigues sufriéndome, en este lugar que tanto te quito, a la vez que te lo daba.

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