Despertó
como todos los días, cansado y lleno de odio reflejado en sus ojos casi ciegos,
olvidado y olvidando al mundo por casi eones; Y entonces, como cada mañana se
refugiaba en su pequeño escondite de super novas. Sólo que aquella mañana le
parecieron lo que siempre debieran haberle parecido: esperanzas suicidas en un
universo indiferente.
Siempre
se prometía ver el último atardecer y morir con él, en ese azul-rosa silencio;
Pero un latido sólido muchas veces lo precipitaba hacia la calma y ahí estaba
otra vez, con su aire viciado de pasados inverosímiles.
...Y
de pronto una pequeña luz parpadeo creando sombras sin sentido, mientras su
reflejo se estiraba y desaparecía como en ondas sonoras.
La
electricidad se le convirtió en melancolía y la melancolía en realidad. Seguía
dormido y no sintió en que momento fue golpeado por la ciudad, y su rostro era
de alguien que atravesaba la razón en un breve lapso y que necesariamente ahora
era otro; Y el cuerpo que habitaba le peso como nubes de terciopelo, la sangre
amnésica se le desborda como rosas entre los dedos y toda su órbita indefinible
se disuelve sobre un pálido puñado de curiosos.
No
supo con certeza, ¿cuánto?, pero el tiempo se detuvo justo cuando la luna brotaba
como un hongo radioactivo, y comenzó a perderse en un bosque espeso sobre un
futuro incierto y desierto, y elegir ya no era una opción, porque a pesar que
la noche le ofrecía sueños, él ya no quiso dormir.
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