domingo, 28 de diciembre de 2014

BESOS DE SANGRE



Regresé al lugar de los hechos después de meses de lo ocurrido, necesitaba recuperarte, guardarte en mi baúl de recuerdos sepias.
Nuestra última mirada, tus ojos en los míos, esa lágrima mutua, sentimientos mezclados, el adiós que pensé que sería el final de todo.
El cuchillo que hundí en tu pecho una y otra vez, como tratando de borrar esas palabras eternas. El brillo de tus ojos se extinguía y yo me despedí con un apasionado beso en tus labios que burbujeaban sangre; Te corté los brazos y las piernas, te envolví la cabeza en una bolsa negra de basura, solamente al descubierto dejé tu torso como queriendo recalcarme lo que ya hace tiempo se había acabado, como tratando de grabarme esa imagen de tí, un tú que se escapaba de mí, de mis brazos, de mi piel...
Hace días había estado buscando sitios en donde ponerte, encontré uno muy cerca de nuestra casa, entre matorrales y poco frecuentado. Te llevé a rastras a eso de las tres de la madrugada, entre el silencio, los bichos y el viento, avancé a tropezones en la oscuridad; Con la mirada perdida, cubierta de sangre, sudor y lágrimas, sólo llantos sordos. No cavé muy profundo, mis manos no daban más, muy pedregosa estaba la tierra. Te miré con tristeza y me encaminé a casa, tan cansada estaba que me quedé dormida en el sofá.
Los golpes desesperados al día siguiente me arrancaron de mi sueño. Al parecer no fui lo bastante cuidadosa, hubieron testigos de nuestra despedida...
Ya me han traído varias veces a este sitio, y aún no te encuentran...No podrán hacerlo jamás, tendrían que arrancarte de mi alma, porque de mis entrañas ya te esfumaste y estabas realmente exquisito.

sábado, 22 de noviembre de 2014

TRANCE


Era una vieja casona que a finales de los años 70s, sus grandes habitaciones habían sido modificadas, pensando en pequeños grupos familiares.
Ella ya había llegado hace un mes, pero aún no se mostraba. Todos se sentían curiosos por saber quién era, de donde venía. Pero el inquilino de frente al departamento 11, la conocía muy bien, ya que su ventana de cocina daba a la de ella. La veía moverse en las noches, desplazándose con tal gracia, que el sólo hecho de prepararse un café se convertía en toda una danza.
Pasaron varias noches en ese ritual, ella quizás ya tenía conocimiento que del otro lado había un espectador, las danzas cada vez se volvían más sugerentes, más evidentes. Él, un hombre de 30 y tantos, anclado bastante tiempo en una soltería sin libertinajes, se vio tentado por esa mujer, que le pareció inmaculada apetitosa.
Dejó pasar al menos otras 4 semanas antes de presentarse como es debido ante ella.
El secreto no ha de divulgarse, no quería tener que lidiarse con la competencia que de seguro aparecería.
Llegó la noche acordada con su sombra, la noche en que ambos verían ojos a ojos a la apasionante inquilina del departamento 11. Tocó a su puerta, llevando una botella de vino en señal de bienvenida. Al momento de abrirse ésta, el impacto fue tremendo, no podía creer que mujer tan hermosa viviera sólo a metros de él. El cabello rojo como ondulado fuego, le llegaba más abajo de los hombros, la piel pecosa era una invitación a cometer canibalismo, esos ojos verdes le miraron con destellos de misterio, y los labios con el rosa natural se curvaron en una sonrisa. Lo invitó a pasar, él ya estaba entre ansioso y descolocado.
Dentro, en la morada de la diosa, reinaba el frío más indescriptible que él hubiese podido sentir antes, a pesar de la estación, tanto frío no se justificaba. Se encogió como tratando de conservar el poco calor que le quedaba en el cuerpo. Ella se dio cuenta y encendió la calefacción, una maltrecha estufa a gas.
Descorchó y sirvió, hablaron de varias cosas. Ahí se enteró que era profesora de inglés, pero que estaba con licencia por esos meses, esperaba a terminar el tratamiento. Entre risas, historias y cómplices miradas, no tardaron los besos, los abrazos, las caricias que los llevaron al dormitorio. Se entregaron más en cuerpo que en alma; La verdad es que él, no pretendía involucrarse con alguien tan pronto, aún en su interior ardían sentimientos encontrados por la última pareja a la que dejó plantada en la estación de buses. La muy maldita, le había sido infiel…Y ¡con su mejor amigo!, no perdonó ni a amigo, ni a pérfida. El mejor consejo que en esos momentos pudo darle Despecho.
Y ahora muchos meses más tarde se sorprendió al verse enredado en los brazos de la pelirroja, que gemía y le llenaba de besos el cuello, el pecho y así hasta acabar en un frenesí.
Esa fue sólo la primera noche, le siguieron muchas más, luego también incluyeron días. Pero él siempre sin tomárselo en serio.
Llegó cierto día en cual él temía, ese día en que ella evidentemente había perdido la paciencia y le preguntó:
- Bueno, dime tú ¿qué es esto? ¿Estás enamorado, me amas? Nunca lo dices –
Esas palabras sonaron metálicas y lejanas, él no pensaba responder a nada. Minuto quince, ella despareció por el pasillo. Molesto él, salió de casa y volvió por la noche. En medio de la oscuridad, no le fue posible adelantarse a su destino, lo último que escuchó fue el rozar de pies en la alfombra.
Al abrir los ojos, se encontrado desnudo y atado a la cama; Amordazado no, tenía la lengua traposa era señal que algo le había inyectado la mujer esa, la de los cabellos rojos, la del misterioso brillo esos ojos endemoniados. Tenía frío.
Ella llegó con unas tijeras, y le cortó todo el cabello, dejándole calvo entre dolores, raspaduras y cortes. Los que ella lamió uno a uno, mostrando un enfermizo cariño.
Pero lo peor estaba por venir, tantas horas propinándole golpes a sus costillas, cortes en las piernas, quemaduras en los brazos, él ya se había vuelto insensible al dolor. Desde ese día no la volvió a ver y pensó que seguramente se habría marchado, porque no percibía ningún tipo de ruido por el departamento. Pero en un momento fue a rastras a la cocina por agua, y la vio del otro lado, besuqueándose con otro tipo.  Pero, ya no sentía nada por ella,  lo que ella le provocó en un principio fue sólo concupiscencia, la que se prolongó demasiado a su parecer
Fue el último día en el que ella se aproximó, lo beso y lo acarició con extremada dulzura, antes de producirle la ignominia postrera. Ahora está seguro que desapareció para siempre, pero al menos descansa de esa locura, mientras se desangra lentamente, abandonado a su suerte. Sin poder gritar, hasta la lengua le había cortado y sacado las cuerdas vocales.
Mira con cierta nostalgia esa parte de su cuerpo que yace separada hace dos días, desde la última noche que tuvieron en la que ella, la diosa de cabellos rojos, procedió a castrarlo, al tiempo que lo besaba con más ternura que nunca.

lunes, 13 de octubre de 2014

UN VIAJE SOBRE LA PROPIA SOMBRA...


"Hasta que paso... Se volvió completamente ..."

Vivimos albergados en tu sombra, sorbiendo tu dolor, cantando angustias. Buscamos alegrarte el paso de las horas visitando quimeras y lunas sumergidas, catedrales góticas y soles de estío..., No quisiste darnos un nombre, pero nosotros nos autoproclamamos como Legión, somos muchos.
Y llegaron los doctores. Se dijeron tus amigos, pero te tenían a punta de voltios. Te desnudaban para entrar en tus más íntimos rincones y encontrar que  eras inmanejable, salvaje como un gato acorralado.
Entre las paredes blancas del encierro, averiguamos que el tiempo era flexible. Aprendimos que el temblor en las rodillas también era nuestro cuerpo y el dolor podía separarse de la entraña y disgregarse. De remolino se nos hizo la memoria. La ventana hacia la calle era remota y el mundo nos pintaba de revés. ¿Qué había en la mirada del amor cuerdo cuando éste llegaba a visitarte y te rompía en mil pedazos para luego tener que remendarte?
Si pudiéramos recobrar cuanto los electrochoques nos robaron, habría un nuevo universo ante nuestra puerta. Pero los jirones de tu recuerdo que nos quedan son sólo ecos minerales, destellos inconexos.
Bienvenida a los benévolos calmantes y al carrusel interno que trepaba por tu sangre, y que acabó por detenerse. Nos encontramos en el silencio y nos volvimos murmullo. Le decías a todo que sí, que buenos días, por favor y muchas gracias. Te sentaban a la mesa con gente decente para terminar hablando de tus tratamientos y del último grito de la moda. Habías olvidado que la música a veces era verde transparente y que el tiempo resbalaba como en burbujas.
Era inevitable que llegase, el tiempo, las circunstancias, muchas y extrañas circunstancias; Alejaron de tu piel a esa mano que amante te acariciaba el cabello mientras dormías. Lo viste de lejos, agitarte la mano y decirte adiós, o al menos eso creíste. la verdad es que nosotros lo vimos desaparecer por la calle, sin siquiera voltearse un segundo a contemplar a la enloquecida.
Te confesamos que lo vimos un par de noches dormir sentado, sosteniendo entre las manos una pequeña pistola, te tenía miedo, por eso se largó. Como no nos creíste, te pusimos frente al espejo y te mostramos...Y en esa verdad se coló el oculto juego de infidelidad en que él y la vecina de frente participaban. Caíste de rodillas, con el llanto ahogado en un suspiro; Tuvimos que llevarte a la rastra hasta la ducha. En el ir a buscar toallas con que secarte, ni cuenta nos dimos de donde diablos sacaste el cuchillo y en que momento te lo clavaste en pleno pecho. Y el mundo se te vino abajo. Te quebraste y nos llevaste en línea recta hasta el infierno, al desierto en tu corte de espejismos, al nombre más profundo de la tierra. Te desplomaste y mezclaste en tu propia sangre. La calidez del ritmo persistente se abrió paso hasta tu corazón.
Conocimos tu pensamiento final: "Me rompiste la cabeza, como si tratarás de entender lo que me había pasado. Y luego me trajiste aquí...¿Por qué, para qué?".
Y así nos diluimos en tus gotas de sal roja, esas últimas lágrimas bien lloradas; Con todo que somos Legión y somos muchos...¿Por qué nunca quisiste darnos un nombre?

domingo, 7 de septiembre de 2014

LA CANCIÓN DE LA CARNE



Lo que turbaba no era el silencio, eran esos ojos que le miraban como posesos de tristeza, desde el otro extremo de la habitación, lo que le atormentaba era esa piel que se fundía a la blanca sábana tendida minutos antes.
Acurrucada criatura, que se pegaba contra la pared, con las uñas enterradas en las mejillas y el pelo pegoteado de sudor. La tenue luz que lograba entrar a través de las carcomidas tablas de la ventana, iluminaba la soledad en su estado más puro, destacando toda la pasión que en horas transcurridas de ese día, fue único motivo por el que la había hecho acudir a la cita.
Y ella había llegado puntual, reluciente en su vestido de domingo, y su sonrisa de santurrona. Habían quedado en que ese sería su último encuentro, ya no daba para más.
Él, noches dándole vueltas y vueltas a tan ansiada velada, ella, desesperada para que llegará tan dichoso día y así deshacerse por fin del parásito ése.
“Y ahora muestra los dientes en esa maldita y fingida sonrisa de puta arrepentida”, se dijo él para sus adentros mientras la tomaba por la cintura.
Ella se dejó llevar hasta la cama, más bien lanzar sobre el desorden de mantas. Tiró del lazo que sujetaba la parte superior del vulgar vestido, y dejó al descubierto el sostén de encaje. Él se apresuró en descalzarse de las botas y deshacerse de sus pantalones.
Ya no quería "amor", quería venganza. Se lo podría hacer como a una puta barata que encontró en una esquina hace meses atrás, y a cambió de unos cuantos billetes, tuvo ese orgasmo que necesitaba.
Ella sonrió sin siquiera pensar lo que le esperaba, pero pudo adivinarlo en cuanto ese bulto de carne malparido se le tiró encima con sus 73 kilos y comenzó a estrangularla, ella hacía ruidos sordos e ininteligibles que él tradujo como palabras de auxilio.
Mientras más sentía ese cuello en sus manos, más próximo al éxtasis estaba. Pero no extinguió esa vida de bicho rastrero que tenía entre sus dedos. Ella lo golpeó en el pecho y deshaciéndose en toses logró bajar de la cama y arrastrarse hasta la puerta, pero cuando quiso abrirla, con horror notó que no había pomo del cual girar; Entonces se arrinconó contra una esquina de la habitación, tosiendo y agarrándose el cuello. Él se acercaba lento pero seguro hacia ella, descalzo con el pene erecto y una sonrisa sádica de oreja a oreja.
Ella giró la cabeza desesperadamente varias veces tratando de encontrar una salida.
Pero él ya se encontraba casi rozándola, se agachó y le apretó la mandíbula como queriendo forzar la mueca de un beso. Ella lloraba ruidosamente, la agarró del brazo tirándola hacia él, la mujer miró de reojo y se percató que la erección había desaparecido y que ahora ese miembro colgaba fofo entre las piernas peludas.
- ¡No era por ti, perra, no era por ti!- Le contestó él descifrando esa mirada.
Al final y después de tanto jaleo logró atarla a las patas de la cama, con una cuerda que había recogido en la playa y pensada enfermamente especial para estos casos.
En las muñecas de ella, hilos de sangre comenzaban a correr, el vulgar vestido a flores lilas y fondo blanco lo tenía pegado de sudor al cuerpo.
- ¡Deja de llorar, puta, no soportó tus chillidos!- Le gritó lanzándole una patada de talón en las costillas, ella se encogió y tosió.
Al parecer ella se desmayó por unos minutos porque cuando volvió en sí, él se encontraba mirándola con un destornillador en la mano. Y de ahí, no recuerda más…Sólo que a los tres días después la encontraron amarrada de pies y manos al viejo catre y con sus ojos mirando al vacío, perdidos como buscando respuesta…Respuesta, que nunca llegó.

GAVIOTA ANACREÓNTICA



Meses sin dormir, atrapada en un sueño sepia. Quiso arrancarse los ojos para sólo ver oscuridad, y lo hizo, pero al hacerlo le llegaban con más fuerza esas imágenes de estivales encuentros.
Y mientras la sangre de ojos arrancados le resbalaba por la cara, sentía que con aquel líquido se le iba todo...En esa ansiada espera se vació su ser, pero terminó por convertirse en nada por la ausencia de respuestas, cada letra sería un signo y un suspiro.
En las oscuras y silenciosas noches en su cabeza galopaban con fuerza, sonidos y besos, fríos, soles, sopores etílicos y secretos que en cuatro paredes se guardaron. Más ya no tenía cabida otra cosa que esos ojos que algún día le miraron lujuriosos, deseosos y enamorados o algo parecido, esos ojos que hoy se tornaban distantes y malvados, y aquella indiferencia de ese mirar la estaba volviendo indiferente a ella también, borrando poco a poco todo lo que una vez le habían implantado muy en el fondo.
A veces tenía esa insistente necesidad de sacarse la piel a tirones para sentirlo como un dolor real, pero eso sólo se hace cuando se piensa que todo es culpa de uno mismo...Y ella no se sentía tan culpable, más bien, usada, engañada y el que debía sacarse la piel a tirones era otro y no ella.
En el camposanto aquel, quedo impreso un juramento, pero sólo eran hechos que se debían al calor y la soledad de esos tiempos. Para ella lo firmado con eternidad aún seguía vivo, ella no esquivaba desafíos, a pesar de sus ojos arrancados y su carne apaleada y preparada para dirigirse al matadero.
Seguiría persistiendo esa insomnica pasión, rasguñándole el alma con dedos filosos e insistentes.
¿Le llegarían esas letras que se convierten en signos y suspiros alguna vez? Y sólo con la llegada de aquella señal, la ansiedad dejaría en paz el alma y el corazón de la que espera a través de mares y horas.

Sólo una letra y todo acabaría...

lunes, 7 de julio de 2014

SER CANELA




I
Y esta historia comienza con el simple hecho que era una criatura, y la criatura creció...
Pero a las criaturas no se les trata de esa manera.
Me llamaba Evelina, nunca conocí a mis padres, me contaban que éstos habían muerto en un accidente. Desde niña fui tímida, no tenía amigos en donde vivía y siempre me veían jugar sola.
Había algo en mi carácter que asustaba a ciertas personas, quizás mi forma de mirar, mejor dicho de observar y analizar las cosas que me rodeaban. Esto a mí no parecía importarme mucho, a pesar de todo, siempre se me veía feliz. Pero cierto día esa felicidad mutó a tristeza, de la noche a la mañana fui otra.
Con mi mirada vacía, sin brillo y perdida. Tenía 10 años, pero parecía de 60.
Y nunca, ninguna de las personas que me conocían, supieron la verdad. No creo que se dieran por enterados, no creo que haya habido tal confabulación aberrante, por así decirlo.
Todo comenzó un otoño, los primeros días en que aún quedan hojas verdes pendiendo de las ramas. Creo que esa vez también fue la llegada de mi otoño.
Yo sólo recuerdo, esas manos fuertes que me ahogaban, yo sólo recuerdo la luz  pasando de a pedazos entre las roídas tablas del techo, y unos cuántos bichitos alados volando a mi alrededor. Creo que el dolor desapareció a la media hora, pero aún el alimento de los caballos estaba húmedo y rojo. Me levante como pude, tambaleándome, y con unas horribles ganas de vomitar. A lo lejos se lo divisaba, cargando cajas a una camioneta destartalada. Y entre mis lágrimas pude observar como sonreía el muy maldito.
Pero no le basto con eso, días más tarde volvió a hacerme observar bichitos alados y la luz de a pedazos. Y así sucesivamente por unas semanas. Luego llegaron los golpes, con cualquier cosa que tuviera a la mano, mi piel ya no era mi piel, y en esos momentos yo prefería desprenderme de mi cuerpo, y volar junto con los bichitos para que ellos me mostrarán su hogar.
En las noches cuando estaba segura que aquel ser roncaba, yo corría campo adentro y me perdía entre sembradíos y animales durmiendo, y lloraba, lloraba lo más fuerte que podía. Muchas veces me quedé dormida acurrucada al lado del ganado. Al día siguiente esa pena que me invadía por momentos, desaparecía, pero el cansancio llegaba en su máxima expresión.
Una vez me atreví en decirle: "¡Basta, ya no, me duele!, y ya no recuerdo nada más, creo que me golpeó tan fuerte que dormí por horas, porque al despertar tenía el vestido pegoteado a las piernas.
Yo era la encargada de cocinar, por lo que tenía muchos cuchillos a mi disposición. Guarde uno entre mis ropas por si en cualquier momento lo necesitará. Y así fue, esa noche, y a la edad de 14 años, me convertí en una asesina.
"¡Ya no podrás tocarme!" le gritaba enajenada, mientras lo apuñalaba una y otra vez en la cara, y me detuve cuando ya de él, quedó una masa sanguinolenta e irreconocible. Le solté el cuchillo en pleno pecho, esbocé mi sonrisa y me largué de ese lugar para ya no regresar.

II
Caminé por días, sin ver un alma, pero respiraba de lo más tranquila, y hasta cantaba. No recordaba que supiera cantar.
Aún no llegaban las lluvias, a mí me acomodaba, porque no tenía lugar seguro donde resguardarme en caso de que eso ocurriera.
Y aquella fue la tarde, en que todo cambió, la tarde en que supe como se sentía un abrazo suave y cálido, yo que sólo conocía de apretones, patadas y los horribles gemidos con aliento a cerveza.
Esa tarde conocí a Blas, chiquillo con alma de loco, pero a sus 17 años todo lo que me dio fue dulzura tras dulzura. Pasaron semanas en las que sólo necesitábamos el uno del otro, pasamos por varios pueblos, conocimos a mucha gente, algunas muy hospitalarias, otras no tanto; Pero eso no nos importaba, lo único importante en ese momento era que nos teníamos.
Pero la forma en que Blas  me quería era muy distinta a mi forma de quererlo a él. Una noche, bebió demasiado, yo también estaba bebida, pero él perdió los estribos. Y todo comenzó porque no quise besarlo, se volvió una fiera y me gritó cuánta cosa le vino a la cabeza: "¡Eres una simple y tonta ramera, nunca debí recogerte del suelo de esa carretera, pero en ese entonces no eras una basura!. Yo, inmutable, sólo escuchaba hasta que llegó el golpe de puños en plena cara, caí de espaldas,  cubriéndome la mejilla sangrante traté de gatear al otro extremo de la habitación pero Blas me alcanzó, me levantó del pelo y me tiró contra la pared, alcancé a ver como se preparaba para sacarse el cinturón con esa hebilla tan pesada que tenía. "Me va a matar" me dije, cerrando los ojos y lista para lo que viniera, pero ya tantos golpes y cosas peores recibidas en el pasado no hicieron que en mí aflorará el miedo. Sólo estaba impaciente y quería que todo aquello terminara ya.
Se encontraba a pocos pasos de mí, cuando me miró directo a los ojos y me gritó en plena cara que me largará que ya no estaba dispuesto a cargar con una chiquilla necia como yo.
Agarré mis pocas cosas que estaban esparcidas por el suelo y no paré de correr hasta que no supe donde estaba. me desplomé y caí de rodillas sobre la hierba húmeda, y lloré, creo que era lo único que sabía hacer en momentos así, llorar. Y mis lágrimas no eran por ese amor profesado por el tal Blas, lloraba por mi estupidez. El maldito de mi niñez y Blas no significaban nada para mí, diré que lamentablemente gracias a ellos aprendí a no aferrarme a nadie, si se me veía feliz, era sólo por el momento, ya que tenía muy claro que todo tiene que terminar.

III
Y aquí, en esta parte de la historia, me detengo un momento para despedirme, ya que después me será muy difícil.
Yo no sé cómo ni dónde me encontró, en que condiciones estaría que me deje arrastrar. Sólo sé que cuando pude darme cuenta estaba desnuda y amarrada a un viejo catre, en una asquerosa habitación con olor a musgo. Amarrada pero no amordazada, pude gritar pero fue inútil nadie escuchó, nadie. Y de repente lo vi acercarse por la puerta blandiendo un delgado cuchillo en su mano enguantada, me removí tratando de soltar amarras, pero fue imposible. Se acercaba mostrándome los dientes amarillos, surcando arrugas bajo esos ojos negros, y los pocos cabellos canos se agitaron con una leve brisa que se coló por la pared.
- No temas, no sufrirás mucho, esto será rápido... - Miles de imágenes salieron disparadas de un baúl que estaba dentro de mi cabeza, tras una puerta con el letrero: Memoria.
Blanco y negro, pocas en sepia, siempre escuché que los recuerdos en sepia son los bellos.
Sentí algo frío hundirse en mi abdomen y luego seguir en dirección hacia arriba, y adivine que me estaba abriendo de lado a lado, un líquido tibio corrió por mis costillas y fue absorbido por los mugrientos trapos en los que me había depositado.
Sentí que me iba, que tenía sueño, y no podía soportarlo, sentí que me iba, que me estaba yendo y descendía poco a poco. Me fui en un sueño, lo más hermoso que me había pasado hasta el momento.
Me encontraron a las 2 semanas después rodeada de moscas, y gusanos comiéndose mi carne que comenzaba a podrirse. Y me tiraron a un hoyo en la tierra sin ninguna pista de quien fui.

Olvidada llegué y olvidada me fui.
Y desde aquí les conté mi historia. Ya han pasado años y aún creo que tengo esa capacidad de desprenderme y volar.

sábado, 5 de julio de 2014

DOS RAPTOS Y UNA LUZ



Vio que tan fácil era salir de ella misma, pero eso no fue por fuerza propia, fue llevada a juicio y torturada, según lo imponían ciertas reglas.
Al principio, fue espantoso, con todas esas agujas clavándose debajo de sus uñas, esas puñaladas en las piernas y golpes en las costillas, y justo en ese momento fue en que ella adquirió esa capacidad, esa necesidad de volar, de soltar su yo terrenal, esa vestimenta que era sólo eso, vestimenta ya muy gastada.
Desde arriba podía observarse, retorciéndose y con la cara llorosa, amarrada como se amarra al ganado, desnuda y cubierta de sudorosa sangre.
Que más daba, que siguieran infringiéndole estocadas y golpes secos, que más daba si ya no era ella, al menos durante esos instantes que se hacían eternos.
Y para eternidad, ella ya flotaba, ya sabía planear.

jueves, 26 de junio de 2014

IAH


Ya inmutable me encuentro en estas horas silenciosas, y mi mente roza de vez en cuando entre locura y muerte. Esto debe sentirse en la agonía.

Y unos cuantos ojos me escudriñan en la oscuridad, tras la puerta que separa mi realidad a la de ellos, y me observan, siento que me observan; Y puedo adivinar que  luego bajan la vista, y vuelven a observar.
Llevó años prisionera aquí, no lo sé con claridad, tal vez sean milenios. Ni siquiera una pequeña luz, simple señal que atisbe en decirme el correr del tiempo: noche-día, día-noche. No he visto caras, ni oído voces, sólo presiento formas y ruidos que debo atribuir que corresponden a ellos susurrando entre sí.
Mi último recuerdo, es una puerta abriéndose de par en par, y por ella entraba una ráfaga de una tibia brisa estival, más allá de esa imagen desenfocada, no desenpolvo nada más. Tampoco sé con certeza, si la puerta se volvió a cerrar conmigo dentro.
No reconozco dimensiones del lugar en donde me tienen, sólo bajo mis desnudos y congelados pies, logro experimentar la textura de piedrecillas y tierra, y alguno que otro bicho cosquilleándome en los dedos.
Tengo frío, tengo hambre, tengo cansancio, y sólo me la pasó de aquí y allá, no sabiendo cuando comienza un día o cuando termina una noche, no sé si son las tres de la tarde o las cinco de la mañana.
Lo que me preocupa es que haya quedado sorda, ciega o muda, las tres cosas juntas serían un desastre, sólo puedo entender el ruido que hace mi cabeza y eso, lo defino como mi voz interna; Aquella se dirige a mí, como: "pobre criatura".

¿Cómo he caído aquí? ¿De qué forma, fui traída sin que yo pudiese percatarme del asunto?...

Ya no soy capaz de sentir, es como si fuera un todo y a la vez la nada misma. Es como flotar, eso es bueno, quizás pueda pasar sobre ellos y escapar. Pero, como no siento piel, no conozco mi estado...¿Estaré encadenada, o sujeta por finos y elásticos hilos provenientes del techo? ¿tal será mi encarcelamiento que ni siquiera levitando podré otorgarme la justa libertad que creo merecer?

Y regresan, creo que en algún momento de mis meditaciones se retiraron a decidir sobre mi futuro o algo parecido.
Esta vez, percibo ciertos calores desconocidos, me siento transportada y no tengo control sobre mi ser; Y al fin después de tanto esperar a verla, una luz me ciega, es potente, me hiere, pero fue tal la esperanza de poder vislumbrar algo más que tinieblas, en las que me encontraba, que el dolor no me importa.
Y también en estos momentos puedo distinguir voces, ¡sí, son voces! parecidas a las que hace mi cabeza, inmediatamente diferencio tonos graves y agudos, hasta letras que creí no conocer. Y esas letras formaron frases devastadoras:

- Ya llevamos muchos años en esto, hemos hecho de todo, darle baño de bacterías, exponerla a temperaturas insufribles, electricidad, observarla día y noche...Y aún no obtenemos los resultados de su origen-. Y otra voz, agregó:

- ¿Qué esperaban? Tiene más de 4,5 millones de años. Sus propiedades habrán cambiado. Debimos dejársela al campesino que la encontró. A fin de cuentas es sólo un pedazo de roca espacial.-

jueves, 19 de junio de 2014

LO ETERNO DE SUS ALAS




Tanto tiempo viviendo en humedad, y hoy por fin abría la ventana y dejaba que ráfagas de aire circularán por esos espacios oscuros...Se sintió bien por unos instantes, hasta que de sopetón volvió a cerrar las hojas de vidrio, pero con ojos asustados y maltrechos.
Y ¿qué pasaba si todos sus secretos se iban con el viento y circulaban rebeldes por aquel "mundo irreal" como ella lo llamaba? Un horror recorrió su espalda y se sintió desnuda entre lobos, y creyó recordar que siempre lo había estado, pero esta vez era como si hasta los huesos le pudieran ver. Pero lo que más melancólica y enajenada (mezcla perfecta) la volvían, era el hecho de saber que hasta su sombra se había marchado con las ululantes corrientes. Ya no podría alcanzarla, por más que corriera, por más que gritará, pataleará y llorará, ya no volvería. Cosa triste para ella, ya que aquel espectro de mechones blancos era el único que lograba conectarla con la "irrealidad" de su realidad.
Pero, aún no era muy tarde, podía ver a su sombra, moviéndose entre ramas y pájaros, quizás si se atrevería a sacar un pie por la ventana, lograría atraparla. Lo malo, era sacar el pie, lo malo era salir. Pero debería hacer un esfuerzo si quería a su sombra de regreso, debía atreverse a interactuar con los personajes de Irrealidad, indagar en ellos si su espectro andaba cerca o ya nunca más lo vería.
"¡Mucha distancia, pequeña! Ya se perdió en las horas" le espetaron algunos en la cara...Pero no se daría por vencida. Y decidió que si en verdad quería recuperar su sombra, tendría que adaptar otra postura.
Y así lo hizo, por días y noches de vagabundaje en los extraños páramos de Irrealidad; Hasta que ya, sintiéndose al borde de la cansada locura y resuelta a tirar todo ahínco de días pasados, por la borda; Un atardecer de otoño, vio los mechones blancos de su espectro agitarse con viento de lluvias venideras. Y corrió, corrió, como nunca lo había hecho, tropezando y cayendo. Ya a centímetros del espectro, paro en seco, con el aire en un doloroso ir y venir desde la nariz hasta sus pulmones.
Lentamente, la sombra comenzó a girar la cabeza en dirección hacia la loca criatura que se hallaba tras suyo, la miró, como nunca antes lo había hecho, y los invisibles labios se entreabrieron, al tiempo que le extendía su mano. La tomó, era suave y fría, pero firme.
"Mira, observa, siente...A lo que te he traído. No soportaba verte entre tanta humedad, entre tanto olvido y silencio. Si he escapado es para que tú me sigas, para que me busques y para que te encuentres a ti misma. Sé, que no puedes sola, aún, por eso estoy aquí, para ayudarte en esa transición...Tú eres tú, yo sólo soy lo que ayuda a ser tú...yo soy, el único que te conoce como nunca nadie te conocerá, porque he vivido de tus secretos, de tus penas, tus pocas alegrías...Y eso, a través de eones de encierro, me han convertido a lo que llaman "amor", y en este instante pasó de ser incorpóreo a hombre, a tu hombre, él único que te amará tal cual, te conozco y nada me asusta de ti, cada detalle es lo que atrae más día a día".
Y dicho esto, tomó forma humana, pero de lo que nunca pudo deshacerse fue de los característicos mechones blancos que le permitían seguir teniendo la esencia de sombra original.

ASESINATO DE CUERVOS EN FUGA (Nº 3)

 



Casi siempre la palabra salía pero a veces se negaba.
Pero esa noche a la luz de la luna, y con sus ojos de plata, sonrió con labios ensangrentados mostrando los dientes; Y ella, asustada, horriblemente asustada, lo siguió contemplando con lágrimas rodándole por las mejillas afiebradas, preguntándose una y otra vez si aquel que contemplaba era el mismo que noches anteriores sintiera entre sus piernas, escuchándolo decir "TE AMO"; Si aquel que oscilaba frente a ella, y que parecía un cadáver vuelto de la tumba con sus facciones convertidas en una helada máscara de brujo que representaba el odio y el asesinato, si aquel, aún la recordaba de las tardes de otoño y del calor de verano.
Pero no, no fue así, él la tomo por el pelo y le acercó la cara roja y llorosa a la suya, el olor metálico de la sangre podía olerse a centímetros, la atravesó con esa mirada perversa y siguió sonriéndole con hórrida camaradería.
-...Basta ya... ¡Déjame! Él la soltó, ella cayó sentada sobre la tierra húmeda y se apresuró en escapar trepando a fuerza de uñas. Él no la seguía, permaneció de pie observando entretenidamente como aquella mujer, cubierta de barro, descalza y echa un desastre corría a tropezones y se alejaba entre los árboles.
"¿Quién...quién es ese idiota que se cree muy hombre?" se preguntaba ella, mientras huía entre hierbas y ramas secas. Ya casi sin aliento y con los pies heridos, giró la cabeza para cerciorarse si él la seguía pero en ese micro-segundo chocó contra algo y cayó de espaldas... ¡Los zapatos, los zapatos! ¡Era él! "¡No otra vez, Dios, no otra vez!"...
Retrocedía con codos y talones, pero él se le abalanzó y en un susurro le dijo al oído: "No huyas de mí querida, tu jamás, es mi siempre" y le ahogó la respuesta con un beso repleto de sangre.