Meses sin dormir, atrapada en un sueño sepia. Quiso arrancarse los ojos para sólo ver oscuridad, y lo hizo, pero al hacerlo le llegaban con más fuerza esas imágenes de estivales encuentros.
Y mientras la sangre de ojos arrancados le
resbalaba por la cara, sentía que con aquel líquido se le iba todo...En esa
ansiada espera se vació su ser, pero terminó por convertirse en nada por la
ausencia de respuestas, cada letra sería un signo y un suspiro.
En las oscuras y silenciosas noches en su
cabeza galopaban con fuerza, sonidos y besos, fríos, soles, sopores etílicos y
secretos que en cuatro paredes se guardaron. Más ya no tenía cabida otra cosa
que esos ojos que algún día le miraron lujuriosos, deseosos y enamorados o algo
parecido, esos ojos que hoy se tornaban distantes y malvados, y aquella
indiferencia de ese mirar la estaba volviendo indiferente a ella también,
borrando poco a poco todo lo que una vez le habían implantado muy en el fondo.
A veces tenía esa insistente necesidad de sacarse
la piel a tirones para sentirlo como un dolor real, pero eso sólo se hace
cuando se piensa que todo es culpa de uno mismo...Y ella no se sentía tan
culpable, más bien, usada, engañada y el que debía sacarse la piel a tirones
era otro y no ella.
En el camposanto aquel, quedo impreso un
juramento, pero sólo eran hechos que se debían al calor y la soledad de esos
tiempos. Para ella lo firmado con eternidad aún seguía vivo, ella no esquivaba
desafíos, a pesar de sus ojos arrancados y su carne apaleada y preparada para
dirigirse al matadero.
Seguiría persistiendo esa insomnica pasión,
rasguñándole el alma con dedos filosos e insistentes.
¿Le llegarían esas letras que se convierten en
signos y suspiros alguna vez? Y sólo con la llegada de aquella señal, la ansiedad
dejaría en paz el alma y el corazón de la que espera a través de mares y horas.
Sólo una letra y todo acabaría...
No hay comentarios:
Publicar un comentario