domingo, 7 de septiembre de 2014

GAVIOTA ANACREÓNTICA



Meses sin dormir, atrapada en un sueño sepia. Quiso arrancarse los ojos para sólo ver oscuridad, y lo hizo, pero al hacerlo le llegaban con más fuerza esas imágenes de estivales encuentros.
Y mientras la sangre de ojos arrancados le resbalaba por la cara, sentía que con aquel líquido se le iba todo...En esa ansiada espera se vació su ser, pero terminó por convertirse en nada por la ausencia de respuestas, cada letra sería un signo y un suspiro.
En las oscuras y silenciosas noches en su cabeza galopaban con fuerza, sonidos y besos, fríos, soles, sopores etílicos y secretos que en cuatro paredes se guardaron. Más ya no tenía cabida otra cosa que esos ojos que algún día le miraron lujuriosos, deseosos y enamorados o algo parecido, esos ojos que hoy se tornaban distantes y malvados, y aquella indiferencia de ese mirar la estaba volviendo indiferente a ella también, borrando poco a poco todo lo que una vez le habían implantado muy en el fondo.
A veces tenía esa insistente necesidad de sacarse la piel a tirones para sentirlo como un dolor real, pero eso sólo se hace cuando se piensa que todo es culpa de uno mismo...Y ella no se sentía tan culpable, más bien, usada, engañada y el que debía sacarse la piel a tirones era otro y no ella.
En el camposanto aquel, quedo impreso un juramento, pero sólo eran hechos que se debían al calor y la soledad de esos tiempos. Para ella lo firmado con eternidad aún seguía vivo, ella no esquivaba desafíos, a pesar de sus ojos arrancados y su carne apaleada y preparada para dirigirse al matadero.
Seguiría persistiendo esa insomnica pasión, rasguñándole el alma con dedos filosos e insistentes.
¿Le llegarían esas letras que se convierten en signos y suspiros alguna vez? Y sólo con la llegada de aquella señal, la ansiedad dejaría en paz el alma y el corazón de la que espera a través de mares y horas.

Sólo una letra y todo acabaría...

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