Cada
año le regalaba algo verdaderamente suyo, que le viniera del alma. Cada año ella
esperaba con ansias el obsequio. Pero el último año fue distinto, ella lloró de
la emoción. Hasta ese momento no comprendía que cada regalo hecho por él era una
especie de rompecabezas.
Al
descubrir esa mañana la cabeza de su amado a los pies del árbol (ya que ésta se
había desprendido desde las paredes internas de la chimenea y rodado por la alfombra)
la tomó entre sus manos y la llevó hasta el dormitorio y a fuerza de martillazos
y clavos completo el puzle, el que colgaba en la pared al fondo del armario.
Hace
años, atrás el amante aún con vida se le había ocurrido la idea de ir desnudo y
sólo con el gorrito del clásico Papa Noel, bajando por la chimenea y darle una sorpresa
a su mujer, pero tan mala suerte tuvo que quedó atascado; Ella no se preocupo,
ya se lo imaginaba con otra, tantas veces infiel le había sido que no le sorprendía
su partida. Pero al ir descubriendo partes de su cuerpo cada año, le pareció un
lindo gesto que él a modo de recuerdo le dejaba, así, entregándose de a poco
para luego estar completamente para ella.
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