martes, 28 de noviembre de 2017

ESO QUE SE DILUYE EN EL ESPEJO...


Era un tiempo encarcelado entre estaciones, más de ocho habían pasado.
Pero el apagón de un verano atrás, me trae gratos recuerdos.
A pesar que me habías abandonado hace mes y medio, para ir a cobijarte en brazos de una afrodita, ésas que entre macho y cafeína, pululan buscando una sonrisa cargada de varios billetes. A pesar de eso, tu lugar en nuestra cama, aún se mantenía, tu ropa en el closet aún colgaba limpia. Es como si fueras a regresar en cualquier momento.
Fue la noche de un jueves, el horrible y soporífero calor de la tarde aún permanecía en el aire viciado de ese viejo departamento; A la hora en que el desperfecto ocurrió, yo me disponía acomodarme entre cojines con un buen libro y un vaso de té helado. Los primeros minutos aguardé sosteniendo Das Parfum entre mis húmedos dedos. A los 15 minutos, lancé al pobre compañero sobre el sofá (la paciencia nunca fue una virtud en mí) y fui a la cocina en busca de velas, ni por un instante se me ocurrió la genialidad de aprovisionarme de linterna y pilas. Revolviendo entre cajones encontré ese paquete de cigarrillos que se te olvido, cuando ni raudo ni perezoso, te dispusiste a salir de lo que era nuestra casa y también lo hiciste de mi vida. Tan preocupado estabas en no dejar recuerdos, que ni te despediste, ni siquiera un "chao" a secas. Como te odie ese día, y mientras se me venía esto a la memoria, estrujaba los cigarrillos envueltos en cartón. La oscuridad parecía haberme transportado al mundo de los impedidos, de los mutilados, de los tuertos.
Con lo que me había tropezado de vela, me duraría con suerte una hora. No era fácil adivinar el color de las paredes; Colgando de ellas sólo se veían negros rectángulos horizontales y verticales, y cuadrados unos grandes otros chicos, impedidos de brindar sus matices.
Por fin entre tropezón y tropezón, me instale en el ventanal, buscando la luna y la encontré enjuta; Era apenas una mueca, una burla.
En el edificio todo se mantenía callado, éramos pocos los inquilinos que quedábamos, una mujer bastante desagradable, se sitiaba un piso más abajo; Mujer con la que por otro lado nunca crucé palabra, por sus ridículas actitudes frente a cualquier comportamiento que ella considerase inmoral. Y nosotros le dábamos bastante que hablar...
¡Dos horas!, dos horas y nada. De la vela ya ni mecha existía. Al parecer tendría que irme a dormir y ver abortados mis planes  con Süskind. Me encaminaba al dormitorio y pasando por el baño mire de soslayo el espejo de cuerpo entero que se apoyaba en una de las paredes. Una luz, instante seguido todo se diluyó, como esa niebla de puerto.
Y al fondo, bien al fondo, te divisé abrazándola, besándola con una pasión orgásmica. Esa noche llegaste a casa, pero yo ya sabía todo; Por eso, luego de tu opípara cena preparada con tanto amor y veneno para ratas, esperé a que estuvieses atontado, para darte en esa cabeza. Luego del primer golpecito, noté que querías pedir auxilio, pero tus gritos ya no tenían cabida, no la tenían... ¿Con qué boca, con qué cuerdas vocales, con qué cabeza? Si había destrozado TODO de un fierrazo.
Te guarde a dormir al fondo del armario junto a cajas con recuerdos. El olor pronto comenzó a salir, pero yo ya me estaba acostumbrando a ese perfume. Creo que por eso se han largado los vecinos.
El espejo se cerró, las imágenes se diluyeron y sólo se reflejaba una figura extraña que luego supe que era yo. Pero detrás estabas tú, mirándome desde el colgajo que en vida era tu ojo izquierdo, y entre jirones y sangre seca me di cuenta que venías a buscar.
- Esto querías, tenerme siempre para ti, pero yo no subsistir entre luz y sombras...Tú, sí. Desde el momento que me mataste, de ti se desvaneció toda luz. Donde te llevó hay mucha sombra y eso va contigo-. Dicho esto me agarró del brazo lo torció hacia atrás, hasta que de dolor me desmayé. Y ahora me veo en este y sólo soy un torso, pudriéndose junto a ti, al fondo del armario, junto a la caja de recuerdos.

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