miércoles, 20 de diciembre de 2017

POEMAS ÚLTIMOS



Sé que estaba escrito, sentía el ruido del lápiz contra el papel, una mano demente que no paraba. Pero las páginas seguían en blanco, ya ni recordaba el título de la historia.
Unos borrones por aquí y por allá...Estaba tan cansada, pero tú eras el que se dormía reclinado sobre el escritorio. Tan inmersos en esa tarea estábamos, que hace casi un mes que no hablábamos, que no nos mirábamos...Nada. Las letras no debían parar, una tras otra se formarían como nubarrones para llegar a su fin.
Un espacio en blanco, me miraste, yo debía continuar, esa era la parte que yo debía contar. hasta lágrimas nos sacaban esos párrafos, de seguro causaría lo mismo en el público.
"Debemos terminar" me susurraste una noche..Te observé y finalicé. Por la mañana, nos vimos acercarnos con un libro en la mano, y una rosa en la otra.
"Terminé, como te lo prometí...Es para ti" Dijimos al unísono, y nos entregamos las rosas.
Tan confundidos quedamos después de tanto esfuerzo, que no sabemos quién es el que se aleja de quien por el pasillo hacia la entrada principal del cementerio general.
...Quizás yo te siga acompañando o tú me acompañes a mí, no hay nadie quien nos aclare eso.

lunes, 18 de diciembre de 2017

EL JARDÍN DE LAS ARAÑAS



"¡Pervertido, degenerado!"
Te dije esto y realmente era tu pasión el haberme encontrado entre tantas noches en busca de alguien con quien intercambiar ideas, en busca de alguien tan raro como tú, que te comprendiese en esos momentos en los que dan ganas de no estar. Te dije esto y la verdad es que no sabía que eso era lo que te motivaba a vivir en una de mis caricias, en uno de mis besos lujuriosos; Que por las noches te conmovías con mis sonrisas, y en las mañanas ansiosas y solitarias me tragabas en vasos con veneno.
Lo tuyo es eso. ¿Permitiré que te entregues a mis deseos al tiempo que me cuentas tus secretos?. Me dices que siga leyendo, si es así.
No querías verme inquieta contra la vergüenza cuando me dijiste que me amabas y que nada había acabado, pero que, aún así, yo había sido capaz de etiquetar como pervertido y poco cuerdo el cariño que me entregabas.
"Claramente lo soy" me dijiste. Claro, tú eras un pervertido, un sucio y degenerado macho, porque fantaseabas conmigo, con el blanco fondo de esos mensajes, que ya nunca más volverás a recibir. Fantaseabas con mi olor, el que se impregnaba en tus ropas, con mi cabello y sobre todo con mis miradas; Fantaseabas con que estabas a mi lado, y los dos nos abrazábamos en la eternidad de este mortífero invierno que querías que jamás hubiese terminado. Pero así fue. Y llegaste a odiar el amarme.
Ahora estás parado delante de lo debe ser mi tumba, me fui y no te llevé conmigo, sólo te queda estar inconsciente o mal de la cabeza.
Agitas los brazos y sé que al hacerlo, se están cortando con tus exhalaciones los cuchillos que dejé ardiendo en tu corazón y esas horas que pasas días, noches sin comer, con rumbo fijo a la calle. Solitario y ebrio, buscando excusas mortales para acabar tu inexistencia del todo y que ninguno de los que dependen de tí, te necesiten jamás, porque ya no volverás. Porque ya no podrías, nunca más hacer latir tu corazón para otra persona, el miedo de tu presencia y tu risa histérica contra la sociedad maquillaron tu rostro de blanco y negro en la típica tragedia.
Podría haber muerto atada a las ausentes miradas de los "inocentes", pero quería culparlos a todos, a todos ellos porque no me veían con tus ojos de demonio enamorado.

Supiste que debías dormir junto a mí, dejándote envolver por la niebla que comenzaba a borrar las formas del viejo cementerio, en donde me descubriste y al cual volvías cada vez, con un ramo de mis favoritas y una pala...Porque, querido, en estas noches de hielo, es mejor abrazar unas carnes que empiezan a podrirse que dejarse atrapar por los lobos, que por ahí, rondan hambrientos.

sábado, 16 de diciembre de 2017

DEVORADOR DE MUNDOS




Entre mucho verano y otoño se fue disipando la danza del ángel, cada vez menos rítmica y posesa.
¿Es que quizás las alas del bienaventurado aún pendían del sueño inacabado? o Tal vez, sus ojos nunca se despegaron de la estampita aquélla, a la que por tiempo le rogaba porque la realidad no lo devorará.
Con el viento bajo sus flancos, transita en estos corredores de los cuáles prisionero cree hallarse. "Si no rompes los cristales de esta galería, la luz nunca entrará", le recomiendan voces provenientes desde los más oscuros y desconocidos rincones de la muralla, allí donde la medrosa arañita teje su red.
Y observa los árboles desnudos, desprovistos de verde, de las hojas del jardín que ya cayeron y murieron en el suelo, ésas las que no alcanzó a tocar, ni a sentir su perfume de savia.
Observa el cielo, tan lejano, tan gris, unos avechuchos decorándolo como pintitas por aquí y por allá, y hasta cree adivinar el viento frío.
A sus ojos llegan evocaciones de labios y piel, también llegan letras que forman esa palabra que pensaba haber olvidado: "Por Siempre".
Y entonces se recuerda sobre mares y hierbas, enredando sus plumosos brazos en risas, en seres que se hacían llamar "hombres y mujeres".
Fue desterrado por ellos, no lo ha olvidado, muy grabado permanece aún en el fondo de su mente. Podría ser un esperpento con aspecto venerable, podría ser "la pobreza del alma" como lo indicaban algunos con el dedo. Todo podría serlo, pero enronquecido de tanta obscenidad llevaría su lema, gritaría su sangre, mataría si fuera posible a incautos y perezosos, ésos que argentean entre estupidez y eternidad cargando jóvenes cabezas listas para el consumo,
Atravesaría los cristales de la galería, sólo por regresar más atractivo, perverso e indeseable, sólo por clavar sus uñas en esa sociedad larvaria, tan mecanizada y tan perra que un día le rechazó a pesar de sus virtudes, que todos llamaban desvirtudes. Pero que sólo la criatura y su creador, el señor Rojo, sabían la pureza que irradiaba, invisible a ojos estúpidamente cegados por el humo de la irrealidad a la que estaban acostumbrados, como malditos borregos.
Ya lo verían, triunfar en lo alto, mientras ellos se revolcaban entre sangre y jirones de carne chamuscada por sus propios miedos...
¡Ya lo verían!

jueves, 14 de diciembre de 2017

LA MUERTE DE LOS MUERTOS


Por un ancho corredor vi alejándote, con tanta prisa, que no podía adivinar la mirada precisa porque tus ojos estaban ocultos. Me quedé parada en el umbral, con la palabra en los labios. No volteaste, eso dolió más.
Mientras te alejabas, a tu encuentro salían extraños. Mucho alboroto alrededor. Por un minuto detuviste tu marcha, y regresaste tus pasos hacia mí. Pero no llegaste a mí, me atravesaste, no pude sentir ni siquiera tu alma.
Quise alcanzarte, pero al girar sobre mis tobillos desnudos, con horror me di cuenta que en la frente de otra depositabas un beso al tiempo que le decía:
- ...Serás recuerdo presente - . Me acerqué, y caí de rodillas vencida, al darme cuenta, que la que recibía tu beso era yo, que acomodada entre acolchadas paredes, dormía rodeada de cirios, dentro de un esmaltado ataúd.

DESNUDA ENTRE LOBOS


Los días empezaron con el mismo frío de siempre, y todo se convirtió en cenizas como solía suceder.
Se acercó a la ventana y vio como la muerte se pintarrajeaba en cada esquina "¿alguien me escuchará gritar desde aquí? que por favor desande sus pasos y venga a mí, a este ser con el alma ya vieja y el corazón medio destrozado."
Muchas tardes pasó sentada a la luz de sus demonios observando como las hojas moribundas caían de los árboles; Muchas tardes, atrapada en ese débil cuerpo que la desgarraba desde adentro y le contaba mil historias hasta desnudarle los huesos. Y era esa dificultad del enfermo mental promedio, la que bordeaba entre lo armónico y caótico, en el sinsentido de esa luna que la estremecía, ahogándola entre lo puro y lo sucio que se escondía en su verdadera naturaleza. Esa cómplice perversión que murmuraba en el fuego del dolor más fuerte que se pueda sentir.
La danza comenzaba junto a un millón de sombras que emergían de su habitación, con ojos rojos y manos grises; En esos momentos se volvía más callada, una simple espectadora que dudaba si podría dar ese último paso, esa breve luz que la haría escapar de la tortura de saberse apagada en las profundidades agonizando en las mentiras.
Y en tiempos cortos se contemplaba, ya sabía de sus últimos minutos entre esos muros "puedes concentrarte en todo lo que tengo, pero créeme que no tengo nada"; Llegó el majestuoso segundo, mientras fuera el mundo giraba y giraba incontrolablemente en su plano mortal. Miró con curiosidad a los allí presentes sintiendo una indescriptible sensación de confusión, pero ya sus recuerdos rojos se le agolpaban y era imposible huir, ya estaba hecho, sólo le quedaba abrir más aún la herida para recibir aquel secreto beso que por siempre había deseado...

lunes, 11 de diciembre de 2017

LA ESPERA


- A pesar del hecho que sabemos que es culpable, ¿quiere añadir algo?. El hombre suspiro y con la mirada perdida, respondió:
- Ocurrió en tiempo de invierno con la lluvia mojándonos el rostro y también los corazones; El viento soplaba tan fuerte que consigo arrastraba el olor a muerte de las tierras vecinas. Y así llego ella, justo cuando yo, me dejaba caer por el peso de la gravedad como hoja seca, y así llegó a las habitaciones de mi memoria, con sus 13 años pero en sus ojos brillaba el encanto de una mujer que aún no se desbordaba de aquel frágil cuerpo. Me gustaba verla sonreír ante las maravillas que iba descubriendo, me encantaba como sus cabellos se agitaban en negros rizos y que por su piel de melaza resbalarán las gotas de aquel nefasto tiempo.
Me gustaba observarla desnuda, cerca del río, sumergiéndose en las cálidas corrientes, o recogiendo hojas y cortando flores, según lo dispusiese el clima.
Mariluz, ese era su nombre. No tenía amigos, era lo que llamábamos  “un ser solitario”, por lo que nunca se la veíamos en el pueblo departiendo con demás chiquillos.
Cierto día, yo, que había quedado prendido de su belleza natural, me decidí a actuar, a demostrarle algo de todo mi sentir acumulado. De regalarle esas miradas escondidas que le lanzaba cuando la veía pasar, de soltarle en un beso todas aquellas palabras que de mi pecho quisieron pero no deberían emerger.
Y ahí me ví, parado frente a ella, los dos, sin ningún testigo que pudiera dar fe de mis buenas intenciones. La tomé del brazo y la acerqué a mí, y se lo juró señor juez, lo único que hice en ese momento fue depositarle un simple y breve roce labios, ni siquiera intente recorrerla con mis manos sudorosas. Yo, un hombre de 37 años, lleno de pecados y aún así, temblaba ante ella como un chiquillo enamorado de 15. Ella era mi niña, mi santa secreta, la de los labios dulces quién algún día me miraría también con pasión. Por eso no quería hacerle daño, yo la verdad, esperaba que creciera  para que también se enamorará de mí….¡Pero, eso no ocurrió! Muchas estaciones y acontecimientos pasaron, que en ella fueron opacando la chispa de la cual yo me había emborrachado, por así decirlo.
Cuando quise cobrarle el beso que en su infancia le había regalado, me miró con perversidad, me tomó de la mano y me arrastró a un mugriento cuarto de hotel y ahí me dio todo y cuanto más soñé en su instante; Pero no lo disfrute. Su mirada era otra, su voz de ángel ahora se convertían en  jadeos y gritos horribles de soportar, hasta su piel tenía otro olor…Olor a vacío, a un ser que está en esta realidad porque tiene que estar.
No aguante más y la empuje a un lado, contra la pared, acto seguido me levanté y la ahorqué con todas mis fuerzas, con todo mi odio ahogue ese último grito de prostituta cruel. (Segundos en que el hombre calló, se dejaron oír por lo bajo susurros y expresiones de asombro).
Las que vinieron aunque las abordé en la edad exacta de mi querida Mariluz, nunca pudieron reemplazarla. Yo la amaba cuando ella tenía 13, no debía, pero uno no manda en su corazón…
- Y… ¿Dónde enterró a esa mujer, Mariluz? – el juez no salía de su estupor - ¿En el mismo lugar donde escondió los 8 cadáveres de esas pobres niñas de 12 años?