Pudiendo
ahora mirarse a través de los cristales de su pasada prisión, pudiendo ahora
esperar la luz y escapar con ella.
Nadie
sabe donde está ella, sólo saben que ella es ella, porque así se dictó.
Ni un beso dejó en los
ojos que la lloraban, ni un recuerdo creo para las mentes que la imaginaban,
porque eran ciegas y sólo se guiaban por su voz.
¿Dónde
está ella? Donde estuvo siempre, olvidada y revolcada como miseria en que la
convirtieron.
Ella
nunca estuvo para nadie, ni siquiera para ella misma. No quiso, se rehusó, así
de simple.
Sólo se dedicó a volar, a
planear, alejarse y no ser más ese ser que le obligaron a ser.
¿Dónde
está ella? Preguntan todos ahora, preguntan por alguien a quien nunca vieron y
de la que sólo oyeron.
Y
cuando vuelvan a preguntar: ¿Dónde está ella?, hay que responderles:
Ella
ya no está y ya no estará.
Y
si vuelve a estar, no será aquí.
Ya no.
Quizá nadie sabia lo que debía saber, y nadie estaba donde debía estar...
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