Esa mañana los relojes
no funcionaron, no estaban sincronizados con el suyo. Muchas otras cosas no
seguían el ritmo habitual, pudo percatarse de esto camino al trabajo. Hasta el
clima estaba extraño pero al resto de las personas no parecía incomodarles.
A medida que
avanzaba la mañana comenzó a sentirse mal: Dolor de cabeza, molestias en las
articulaciones, un terrible y angustiante malestar estomacal; Pensó en tomarse
libre la tarde, pero no podía, necesitaba ese dinero. Su antipático compañero
de sección, lo escudriñaba no muy disimuladamente.
Por varias horas quedó
solo, porque el señor carisma tuvo que ausentarse a causa de una emergencia. De
un momento a otro, un sudor frío lo cubrió por completo, temblaba e incluso se
le nublo la vista repetidas veces.
Cayó al suelo, mientras
se apretaba fuerte por los hombros con expresión de angustia, se sintió más
liviano, a segundos después comprobó que no tenía piernas, y no era como si se
las hubiesen cortado, no había sangre, simplemente desaparecieron. Ya tampoco
tenía brazos, se había convertido en un torno que se movía entre retorcijones.
No había nadie cerca que
lo ayudase, ni siquiera el antipático compañero, que en esos minutos lo añoraba
más que nunca...Y así comenzó a esfumarse como si nada, no encontraba
explicación para aquel inusual acontecimiento.
Ahora, se sentía flotar,
como en pequeños pedazos de algo indescriptible...Su transformación había concluido.
Él siempre había sido de esos tipos soñadores y poco cuerdos, la mayor parte
del tiempo divagaba entre sus pensamientos y sueños.
Y ya haberlo deseado
tanto dio frutos, pero de una extraña forma, no, como él imaginaba...Se había
convertido en partículas, en parte de un micro cosmos, era lo que llaman “aire;
Estar en cada lugar con sensaciones distintas, emociones sin control.
Se había dejado
abandonar, ya era libre, y cuando sé es libre el tiempo no corre. Justo en ese
momento entendió la dispar sincronización de relojes
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