"¿si dormimos en este momento, nos
soñaremos como de antaño?"
Al borde se encontraba
casi a punto...Hasta que sintió fuertes dedos sujetándola. Una sonrisa y el
brillo de esos ojos tristes fue suficiente para que desistiera. Se sentaron en
la acera y hablaron por horas, descubriéndose mucho más del alma. las palabras
ya no existían, ahora eran sensaciones que volaban demencialmente alrededor de
ellos.
El frío los hizo dejar
la calle y abandonarse entre sábanas y piel....Una piel que parecía eterna.
...Ahora meses más
tarde y sólo un segundo de oscuridad, le bastó para volver a ver con la
frialdad que la caracterizaba...Ésa, que él le quitaba a ratos, y ya a punto de
salir por el gran portón de la casa de la risa, tenía muy claro lo que haría..
...Aguardo el
anochecer, cobijada de árbol en árbol, ya las horas la llevaron hasta él. Parada
frente a la puerta de su casa, supo que no estaba solo, eso quería, tenerlos a
los dos.
Suerte la suya de abrir
la puerta como en las películas, con una simple horquilla; El pequeño pulgoso
no le ladró, ya la conocía, hasta la saludo. Ella le sonrió mientras acariciaba
la cabeza. Lo encerró en una habitación.
De paso en paso por el
corredor, los sonidos de placer se hacían más audibles. Entró sigilosamente por
el invernadero y llegó al dormitorio y los vio, revolcándose como animales.
Apretó los puños y comenzó a temblar, dejando aflorar todos esos gritos que
guardaba silenciosos desde la última vez que hablaron, desde la vez que la
"depositó" en ese horrible sitio, plagado de almas podridas.
Ella se dio cuenta de
su presencia y él con expresión de desconcierto, trataba de disculparse ante la
nueva acogida. Se acercó, y agarrándola por el pelo la lanzó contra el armario,
desnuda como estaba se arrastro a la puerta, pero le bloqueó el paso y le pateó
las costillas, tan fuerte que quedó ahogada un rato entre toses.
Él, decidido se paró y
la agarró de las muñecas, y ese momento pudo percatarse del cuchillo que tenía,
la miró estupefacto como diciendo: "¿qué te ha pasado?...eras dulce".
No pudo responderse desde dónde diablos sacó fuerzas pero lo empujó contra la
pared, acto seguido se agachó a donde estaba ella, la miró un rato largo a los
ojos y se rió en su cara, ella a esas alturas, lloraba.
La agarró del pelo y
arrastrándola fuera de esa habitación invadida de olores sexuales, le pateó
hasta dejarla casi inconsciente, trató de defenderse, pero eso exaltaba más la
ira de "la perdida". Luego fue por él con el cuchillo en mano, ya no
sentía nada, y estaba segura que actuaba por inercia. Lo miró, la miró. ¡Y en
el colmo de todo, trató de sobornarla con caricias y besos!...Le arrancó los
ojos de cuajo y se los llevó para que ya no mirará a nadie más, ni siquiera a
ella misma; También se llevó su corazón...Y ahí quedó, desangrándose en el
suelo,, pero vivo, no quiso matarlo. Quería que sufriera, que la tortura fuera eterna, lo que
ella encerrada en soledad había sentido, pero con un grado más de salvajismo.
A ella se la llevó a un
sitio alejado y sin pensarlo dos veces le clavó el cuchillo en el pecho, en la
cabeza, que se la destrozó a puñaladas y el corazón, se lo dio de comer a unos
perros vagos que rondaban el sector.
El otro corazón se
llevó a cuestas al lugar en donde comenzó todo y al que sabía que en tiempo no
regresaría. Con la sangre que había perdido entre torrentes de miradas, llegó
al lugar maldito, dispuesta a deshacerse del remanente de sentimientos que aún
le quedaban, a enterrar en lo más profundo de la tierra, su amor por él.
Horas más tarde,
alguien le leyó una nota que estaba media arrugada sobre la cama:
"Ya sabes dónde
encontrar tu corazón, estará junto a toda esa pasión que te entregué. Pero
tendrás que usar las manos, porque ni pala te dejé."
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