Predije mi muerte un 14 de Febrero frente a un espejo que me devolvía un gesto opaco. Ya no habían huesos en mí, ni carne con que los recubriera, y al fondo de las cuencas que antes llamé ojos, existía un indicio de súplica, invocando e invocando...
Acción rápida la de despojarme de toda mi ropa y sin más, fundirme con el cristal hasta permanecer inerte; Ya,
dentro, pude observar a otros aquejados de lo mismo que yo, repitiendo el
sacarse la ropa y hasta algunos la piel, y así introducirse poco a poco en el espejo, mimetizándose
del todo.
Pero hubo un murmullo, una sinfonía
distinta, una voz que se acompasaba en un traqueteo de huesos y entre esto
recordé una canción que quizás había escuchado antes, cuando era un punto incapaz de
discernir siquiera en una milésima parte
lo que dejaría de ser.
Sin tener voluntad, poco a poco fui taradeando ese ritmo hipnotizante, así comencé a sentir
mis manos y pies, en un segundo ya estaba nuevamente del otro lado del espejo,
desnuda, abandonada, vomitada por la fría textura.
Me acerqué a mi otra imagen y
vi los ojos vacíos, sin destellos.
Entonces comprendí, que todas
las almas que habitaban entre mis carnes mortales, se las había llevado el tiempo.
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