miércoles, 5 de febrero de 2020

OJOS SIN ALMA


Quiso hacerla suya, eternizarla como a una diosa. Venerarla como lo hacía todos los días, observarla en su pedestal, callada como una muerta, inmóvil como una estatua, pero irradiando esa única belleza que proporcionan los atardeceres y la pronta visión de las estrellas en la oscuridad.
Él, le había entregado su tiempo, su esfuerzo…Su vida, y ahora, ella le exigía su alma.
Desde su pedestal, lo miraba sin ver, sus ojos ya no brillaban, había perdido su esencia.
Ella que era toda ella, incluso, hasta el momento en que le arrancó las piernas para que no huyera, y la lengua para que no gritará más allá del amor que él se imaginaba le profería.
...Le regaló una última caricia y una última mirada, después la apretó con sus manos y la arrojó con fuerza por el balcón. Mientras miraba como yacía en el asfalto hecha mil pedazos entre jirones de carne y sangre...De repente, observó atentamente, y adivinó entre la multitud que la rodeaba, como esos ojos que estaban vacíos se iluminan sólo una centésima de segundo, para luego extinguirse del todo.

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