miércoles, 17 de abril de 2019

LAS NOCHES DEL OLVIDO





La recuerdo así entre niebla, yo tendría unos 6 ó 7 años, pero recuerdo esa voz que vuelve a sonar rasgando mis noches, esos ojos que intentaban averiguarme y esos labios que me pronunciaban a ratos como queriendo devorarme y fundirme a su interior.
Yo tendría unos 6 ó 7 años y recuerdo sus paseos nocturnos por los pasillos silenciosos de su casa vacía, y donde ese silencio de sus noches en vela le pesaba demasiado. Y la recuerdo como un cuerpo tembloroso, hecha de un suspiro eterno, tejiéndose la vida desde dentro hacia afuera, compenetrada en una tristeza inexistente, entre mil horas y mil días, reviviendo de una muerte olvidada y una vida miserable.
La recuerdo así entre niebla, yo tendría unos 6 ó 7 años, pero la recuerdo envuelta en sus negros, antiguos y pesados ropajes, llevándome de la mano por todos los recovecos oscuros que en un alma en pena puedan existir, me llevaba anticipándome a mi destino.
"La vida transita en muchos mundos y éste es el mío..." me dijo mostrándome un lugar estrecho y grisáceo, donde languidecía eternamente, abandonada ante un espejo junto a los últimos retazos de luz que se encendían en el horizonte para luego agazaparse en las noches del olvido, con todas las lágrimas del universo, aferrada como luna al mar.
La recuerdo así entre niebla, yo tendría unos 6 ó 7 años, pero recuerdo la última vez que la vi cuando trataba de desaparecer de mi memoria con el rocío de la mañana, mientras el roce contra el suelo de sus faldones manchados de orgullo y pasiones, me hicieron verla como jamás la había visto, azul y distorsionada, distante, construida de gritos y con el cráneo abierto, una total pesadilla que no me dejó dormir durante años. Yo tendría unos 6 ó 7 años, pero aún me queda su huella marcada en mi razón y en mi corazón.

...Y así fue como conocí a mi madre, que encerrada tras esa puerta que me prohibieron abrir, esperaba por mi, para mostrarse y mostrarme de donde veníamos; el mismo lugar, una junto a la otra, difuntas mancilladas, compartiendo el mismo aire nauseabundo bajo la pesada losa de mármol de aquella maltrecha tumba escondida entre la maleza del jardín de la gran casona abandonada que estaba a días de ser demolida para dar paso a un moderno edificio de departamentos.

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